domingo, 5 de enero de 2020

Oído en 2019

Señores, uno (yo lo hago) puede haberse mirado todo el montón de listas de mejores discos del año que vienen saliendo (en una loca carrera por ver quién la saca antes) a partir de la primera semana de diciembre. Pitchfork, Factmag, Jenesaispop, Stereogum, Rockdelux, NME.
Todas las que queráis.
Pero lo que acaba dilucidando esa duda es mucho más sencillo.
¿Sigues escuchando ese disco? ¿Pasados cuántos meses? ¿Has buscado más música del artista, si era nuevo para ti?
Normalmente, con la debida distancia de los discos que se amontonan, muy estratégicamente, como lanzamientos en el último trimestre de año, la respuesta designará sin demasiado margen de error.
Claro que uno ha oído a lo largo del año discos antiguos, a veces por la triste noticia de la muerte de su autor, a veces por puro placer, a veces por esa telaraña de referencias hacia arriba y abajo de los artistas de rigor, también, porque este blog obedece a su título y hemos procurado tomarnos pocas licencias, para llenar contenido e ir dando de baja a artistas eternamente pendientes.
A pesar de lo cual este blog sigue sin reseñar a los Beatles o a los Rolling Stones.
Qué poca vergüenza.

2019 ha sido, también en lo musical, un año dominado por las artistas femeninas. En este caso, solistas y con tendencia a cierta juventud que algunos habrán definido como insultante.
Respondiendo a las preguntas planteadas, innegablemente el disco del año es When We All Fall Sleep, Where Do We Go?, debut en formato largo de Billie Eilish, que ha cumplido los 18 hace unos pocos días, y ha cerrado el año convertida en una estrella global de dimensiones descomunales algo incómodas. Sus efectivas canciones se han vuelto omnipresentes en apenas nueve meses y, a pesar de esta saturación, todavía encuentro motivos para oír su disco, un disco glorioso que va a suponer un enorme obstáculo a superar (el único tema nuevo que ha publicado desde entonces es un algo soso experimento de deep house), pero de momento ha conseguido una relativa unanimidad. Eso sí, viendo sus entrevistas, sus declaraciones, el matiz de angustia generacional que desprendían discos, vídeos, imágenes, parece haber remitido y Eilish ya no parece una adolescente a punto de tirarse por la ventana si no se le hace caso. Su disco ha recuperado, a nivel masivo, la figura del álbum como historia explicada y está lleno de excelentes canciones, aunque algunas lo sean sobre todo gracias a una producción imaginativa y resplandeciente, lo ha hecho a costa, signo de los tiempos, de mezclar diferentes estilos y multitud de influencias e incluso ha servido para que cada uno tenga su selección de temas favoritos (incluyendo algunos de su etapa anterior, como la excelsa idontwannabeyouanymore, puro pop que ya empezaba a superar el cliché de pop-de-dormitorio-que-imita-a -Lana-Del-Rey), por lo que, y con el lógico temor a los efectos de la sobreexposición, ahí lo tienes, Billie. 

Grandes discos los de FKA twigs, también parco (40 minutos) en minutaje, con fuerte peso de lo electrónico y cierta propensión a la inflamación emocional (cuestión que algunos no han tenido reparo en recriminar), que al haberse publicado en noviembre aún cuenta con el factor sorpresa a su favor o Titanic rising, de Weyes Blood, otra solista femenina que me ha sorprendido con su juego de melodías clásicas con veladura electrónica. Tres discos sobresalientes.

Vampire Weekend rompieron el hielo creado por su anterior obra maestra publicando Father of the Bride, disco divertido con aspectos discutibles (¿qué hacen esos tipos haciendo country?) pero disfrutable si uno hace un uso sabio del skip.

Y lamento decir que el disco de James Blake ha acabado resultando una relativa decepción. A este hombre parece sentarle mejor la tristeza. 

Para el 2020 esperemos que Kendrick Lamar o Frank Ocean (rodeado del misterio habitual, los dos teóricos adelantos de su próximo disco me han parecido algo faltos de músculo) se decidan a aportar algo y compensar los prolíficos desvaríos de Kanye West, que parece estar a punto de ingresar en algún culto donde le dejen salir para continuar embarazando a Kim Kardashian.

Jamás hubiera dicho que yo acabase un artículo así.

3 comentarios:

  1. Hola Francesc. De los tres discos que comentas de estas artistas femeninas, me quedo con el de FKA Twigs. Me ha parecido el más redondo de los tres. No obstante, los otros dos discos me han parecido muy buenos. Cada uno en su terreno, pero siempre disfrutables.
    Salutacions

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  2. Bien, Pablo GP, pues como año nuevo vida nueva, y probé con Google AdSense esto de monetizar los esfuerzos semanales, hago el propósito, extensivo en breve a ULAD, de volver a responder, con retrasos dignos, los comentarios.
    Desde luego el del FKA Twigs (ayer lo oía en todos mis recorridos en coche y está repleto de matices) es un disco fantástico. Pero han de pasar meses aún y creo que he de ser justo. Por cierto, me dejé al reseñar un comentario a un curioso nuevo tema de Marc Almond que me ha parecido lo mejor que ha publicado en años. Se llama "Lord of Misrule" y es una colaboración con Ian Anderson, de Jethro Tull, lo cual es alucinante pero funciona muy bien.

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  3. Pues bienvenidas sean tus respuestas a los comentarios, aunque vengan con algún retraso. A ver si escucho el tema de Marc Almond. Saludos.

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