domingo, 12 de enero de 2020

Interpol: Turn on the Bright Lights

Año de publicación: 2002
Valoración: casi imprescindible

Cuestiones previas, que intentaré sean breves, al análisis de este disco.

La cercanía del 11-S. El disco empieza a grabarse en noviembre de 2001 y contiene una canción, que se extraerá como single, llamada NYC, de la cual, justamente, se extrae la frase que le da título. Es una fase de renacimiento creativo de la ciudad que queda reflejada en discos como el de The Strokes y que Lizzy Goodman describe primorosamente en su libro. El sufrimiento, la tensión emocional, estimula la creatividad. ¿Alguien con ganas de rebatirlo?

Las influencias como espina dorsal en la evolución musical. Este disco es un ejemplo paradigmático. Es obvio que Interpol están influidos en el aspecto sonoro por Joy Division. Incuestionable como lo es el hecho de que saben mantener esa influencia en un terreno propio y no como plagio o como campo de abono. Dejad eso para ciertos mercados musicales secundarios - el español sería un ejemplo magnífico - que solo sabe nutrirse de remedos adaptados de cosas de fuera. Pero hacia adelante, también funciona: es obvio que The XX toman préstamos de este disco para su debut (abrir con un instrumental de título inocuo, la guitarra en primer plano), pero nadie diría, salvo por la oscuridad del sonido, que The XX sean un grupo lúgubre. También diría que el grupo no fue precisamente impermeable a la escena grunge, o a la audición del OK Computer de Radiohead. Ciertos arranques de intensidad así lo manifiestan, y el disco transmite más una tristeza rabiosa que depresiva. 

Cuestiones personales, claro. Que Turn on the Bright Lights, permitidme el juego de palabras, es un disco brillante y enormemente personal, el conjunto de una banda, esta un cuarteto, potente, decidida, consciente de su potencial y también de la oportunidad de su momento: Obstacle 1, con su video de ligeras influencias japonesas, muestra a cuatro tipos contundentes, confiados del material en que andan envueltos y de que el mundo les está mirando con buenos ojos. Esos juegos de guitarras, ahora sincopados, ahora a contrapelo, ahora recortadas, casi un staccato, ahora a plena potencia, manifiestan intenciones. PDA vuelve a mostrar ese nervio, quizás con aires vocales más marciales, no es que intenten parecerse a Ian Curtis. Se trata de la seriedad del mensaje, de plantarse ante el micro con convicción, y aunque  Hands away, con su prodigioso interludio instrumental, o ese remanso final, esa especie de epifanía que es Leif Erikson, parezcan pugnar por erigirse en ser su Decades, nada hace que estas canciones se tomen a broma. Interpol no es una banda de fans homenajeando, sino el resultado de una influencia bien digerida por una banda de músicos con buenos recursos técnicos. Interpreto que en algún momento se quiso establecer una especie de rivalidad entre bandas, con The Strokes, o incluso con The White Stripes como insólitos terceros en discordia. Menuda estupidez, y aunque, en los dos primeros casos, sus carreras posteriores han estado enormemente condicionadas por la sombra de sus primeros discos, sería un desperdicio de tiempo polemizar sobre ello. Obstacle 2, otra declaración de principios esto de numerar las canciones en los títulos de los discos (Arcade Fire seguirían con la tónica, no tardarían mucho) les muestra otra vez profundos, intensos, antes de que esos fueran términos sobreempleados. 
Turn on the Bright Lights gana con años y escuchas, por supuesto. Conforme nos alejamos de su encuadre en el angst post 11-S nos muestra con rotundidad su validez y su atemporalidad. Venga, nombradme cinco discos que aguanten tan bien el paso del tiempo.

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