domingo, 30 de enero de 2022

VVAA: Velvet Goldmine, OST


Año de publicación:
1998

Valoración: muy recomendable

Convertida casi de forma instantánea en clásico de culto, Velvet Goldmine - la película - retrataba con fidelidad y el justo equilibrio entre histrionismo y perspectiva el surgimiento del fenómeno glam-rock. Lo hacía asiéndose con fuerza a sus referentes principales (Bowie, Marc Bolan) y eligiendo su lógico emplazamiento (una Inglaterra triste y decadente, con familias escandalizadas,  ya visibles en otras películas como Quadrophenia, ante el surgimiento de una juventud postrada a los pies de sus ídolos de referencia). Una combinación muy efectiva a la que hay que sumar la presencia de tres actores , en distintos niveles, en estado de gracia. Rhys-Meyers, Bale, McGregor, todos ellos mostrando pleno conocimiento de aquello que retrataban sus papeles.

Y la banda sonora, obviamente, no podía fallar. Pero donde se podría haber apostado por una secuencia de clásicos del género en sus interpretaciones originales, se optó por una muy efectiva combinación: algún original, como no (Lou Reed en su sempiterno Satellite of love, brillante en lo sonoro y en lo conceptual, o ese gurú en segundo plano que fue Brian Eno), algunos temas compuestos para encarnar el repertorio propio del artista concebido como protagonista del film, que resultan estar muy al nivel. La desconocida (e id a saber si efímera) banda Shudder To Think aporta dos gloriosos números, casi tan icónicos como sus compañeros en el tracklisting: Hot One, glorioso video encastrado en la película que parece no haber olvidado ni un detalle, y la nada desdeñable Ballad Of Maxwell Demon, dos brillantes números con entidad propia pero cuyo conjugamiento con las imágenes eleva a la gloria. También se representa, y me ahorraré los videos, por coherencia de este blog, la aviesa escora del sonido hacia el heavy metal más garrulo, que ya es mucho decir. 

Y los complementos: Mc Gregor (que demostraría sus cualidades vocales repitiendo en Moulin Rouge) se atreve a cantar, como lo hace Rhys-Meyers, pero el resto del pastel lo representan bandas de influencias glam como Pulp, Placebo o miembros de Radiohead (que, 1998, estaban en plena orgía global ante la merecida repercusión de OK Computer) que se atreven con clásicos de T Rex, de Roxy Music  - influencia escondida y casi irrepresentable en la película - para redondear lo que podría acabar pareciendo un algo forzado disco de homenaje/colchón sonoro/nostalgia decadente, y se convierte en un muy digno artefacto sonoro con vida propia al margen (no a espaldas) de las imágenes que con él conviven. Sin el histrión propio de otros experimentos parecidos, y con un respeto casi clerical, uno de esos discos que ayudan mucho a comprender un sonido.

domingo, 23 de enero de 2022

Frank Ocean: nostalgia, ULTRA

Año de publicación: 2011

Valoración: bastante recomendable

Empeñados (él y Kendrick Lamar) en ceder el cetro a un constante y aguerrido Tyler The Creator, parece que Frank Ocean sigue sin decidirse a publicar la continuación del mítico Blonde. En el caso de Ocean, con cierta predisposición a filtrar oportuna noticias o rumores que acompañan una rácana publicación de canciones de tonos dispersos - la última, prácticamente una demo de ocho minutos - pero negando a sus incondicionales el placer de un tercer disco tan cohesionado e incontestable como sus dos discos oficiales.

Cosa que me ha obligado a ir atrás en el tiempo: nostalgia, ULTRA, representó una extraña carta de presentación y se ha ganado a pulso cierta condición de obra mítica. Se trata de una mixtape, perdonad que use un concepto que no acabo de entender. En este caso, con interludios evocando los ruidos de apertura de las antiquísimas pletinas de cassette, un puñado de canciones que alternan versiones de autores algo dispares (desde Coldplay a MGMT) con canciones propias. Fue precisamente el primer grupo el que le acarreó los problemas que impiden que este disco esté disponible en las plataformas de streaming y que obtener una copia o escucharlo en las condiciones en que Ocean lo publicó represente un esfuerzo más allá de búsquedas y clics. Ya que Ocean se atrevió con uno de los iconos sagrados del legado musical norteamericano. Nada más y nada menos que el cuerpo sonoro del clásico de Eagles Hotel California, al que se sobrepone una letra sobre matrimonios prematuros que titula American Wedding y que es otra demostración de su talento como letrista. Demanda que te crio, con cruce de acusaciones con Don Henley, que no asimiló el homenaje.

El resto del disco muestra, sin cotas de genialidad, la versatilidad de Ocean para, justo en la frontera entre hip-hop y r'n'b, crear estructuras rítmicas atractivas y juguetear con ese equilibrio entre lo intelectual, lo sentimental y lo experimental que, hasta hoy, representa su tarjeta de presentación.



domingo, 16 de enero de 2022

Jazmine Sullivan: Heaux Tales

Año de publicación: 2021

Valoración: recomendable

Ya en 2018 hice una reseña algo quejica a cuenta del disco de la fallecida SOPHIE, aunque no señalaba mi desacuerdo con las extrañas decisiones de Pitchfork (del Pitchfork vendido a los grupos editoriales más versados en moda y tendencias, etc, etc, etc...), y tres años después, me encuentro otra vez algo estupefacto ante la chocante elección del medio de este Heaux Tales como mejor disco del 2021.

Algo que, claro, aquí nos dedicamos a eso, hay que contrastar, en la limitada medida de lo posible que pueda representar no tener tiempo material de oír todo lo publicado (doy por sentado que la miríada de colaboradores de Pitchfork sí, en su conjunto) e incluso, contraviniendo las más básicas normas de atención a la actualidad, dedicando cuantiosos momentos a escuchar música de épocas anteriores (ergo, no de 2021).

Pues bien, este cuarto disco de la solista de Filadelfia resulta ser uno más de esos discos del océano soul/ r'n'b de corte ligeramente reivindicativo que se publican de forma regular. Con buenas interpretaciones vocales, un cierto tono narrativo, producción minimalista (y casi a consecuencia de ello, precisa y relativamente impactante), canciones sin estridencias y colaboraciones coherentes - en este caso, por ejemplo, Anderson.Paak, que repite después de lo de la semana anterior. Posiblemente me esté perdiendo algo no fijándome en los mensajes contenidos en las letras. La apariencia en la portada, a medio camino entre Missy Elliott y alguna de las estrellas del universo más reciente del género, no despeja las dudas. No sé si estamos ya abusando del estereotipo, pero, sin pararme demasiado lejos (podría llegar hasta Nina Simone...) el terreno sonoro aquí presente ya lo han recorrido infinidad de artistas, en ese concurrido terreno de géneros que coquetean con el hip hop, con el soul, con todo el crisol de negritudes. Aquí ha estado Neneh Cherry, Erikah Badu, Amy Winehouse, Solange Knowles, muchas de las divas sin rostro que aportaban calidez al trip-hop (denostado género que aún colea en los números downtempo), mucha, demasiada gente con buenas intenciones y aportaciones destacadas, como para pretender que este sea un disco que se alce por encima de todos ellos. Aún así, canciones como Pick Up Your FeelingsGirl Like Me o The Other Side pueden destacar por encima de la media  On It representa ese tipo de balada adecuada a determinado momento, y siempre es más tolerable que la insufrible y calculada Leave the  door open de la semana anterior.


domingo, 9 de enero de 2022

Silk Sonic: An evening with Silk Sonic


Año de publicación:
2021
Valoración: recomendable (pero inocuo)

Si fuera de los que subraya o retiene frases en libros, encontraría alguna en el brillante Retromania de Simon Reynolds que apuntalara ciertos planteamientos. Sin acritud, sin ser corrosivo y manteniendo que evocación o recreación no son sinónimos de nostalgia. 
Pero no es así; Silk Sonic, acertado nombre, es un proyecto a medias entre Anderson.Paak (al que no he prestado demasiada atención entre todo el océano a medias entre el hip-hop y el r'n'b que Pitchfork lleva años obsesionado en promocionar) y Bruno Mars (imposible no prestar atención a ese omnipresente émulo de Jamiroquai supurante de una algo saturadora energía positiva).
Es un proyecto que no se conforma con la fidelidad sonora, sino que apela, de forma muy eficaz, a la estética. Los sonidos negros de los 70, los trajes blaxploitation, las coreografías, los planos divididos en pantalla en los videos promocionales, se convierten en un complemento de lo sonoro, todo tan preciso y perfecto que me provoca cierta incomodidad. Hace una semana hablé aquí de Fiona Apple, una artista sin miedo a incluir en sus canciones elementos disonantes, incluso abiertamente agresivos o poco amigables con el oyente potencial. Porque es su manera de expresarse. Pero aquí esto no tiene cabida. No sé quién es más influyente en el proyecto, pero parece que Mars, obviamente más popular y aspirante (Marc Peig ya lo apuntaba aquí - spoiler: ha de comer muchas sopas) al inhóspito trono de King of Pop, ha conseguido anestesiar cualquier conato de rebeldía: esto es soul, o funk, o r'n'b, de sedosa (...) producción, de impecable ejecución, que parece no haber reparado en medios ni en artificios promocionales, que ha cuidado hasta el último detalle para alcanzar a todo oyente potencial, olvidando que, a determinados niveles, el órgano al que alcanzar no es ni corazón ni estómago sino hígado. Y eso le falta a este proyecto. Todo es premeditado, desde la compensación de baladas almibaradas con pequeños guiños callejeros, que estamos en 2021  2022, hasta la inclusión de números funkies al uso, con la intervención de estrellas del ayer (Bootsie Collins) y el hoy (Thundercat) ese balance que parece ignorar lo rápido que el mainstream lo absorbe todo con avidez. No diré que aquí haya malas canciones ni plagios: está claro que esto es un homenaje a los Delfonics, a Stevie Wonder, a Isaac Hayes, Mayfield, Gaye, la interminable retahíla de artistas y sonidos (Philly) presentes en el imaginario común desde hace, ya, más de medio siglo. Que el homenaje es respetuoso, tanto que la innovación en tonalidades, en sonidos, en armonías, ha sido desestimada como un punto más a cumplir en la rendición de reverencias. Tanto, que el disco me parece tan brillante y agradable y sencillo en la escucha - apenas 31 minutos, sin devaneos instrumentales -  como inocuo.

domingo, 2 de enero de 2022

Fiona Apple : The Idler Wheel Is Wiser Than The Driver of the Screw and Whipping Cords Will Serve You More than Ropes will ever Do


Año de publicación: 2012

Valoración: muy recomendable

Inmediato precedente de otra de sus obras maestras (Fetch the bolt cutters), este disco de título interminable arroja ya (sí: arroja) alguna de las señales sonoras que empiezan a ser identidad absoluta de la autora neoyorquina. Más que un giro, un escalón más en su incontestable status de autora de culto, asociada a una determinada escena arty que completarían tanto cineastas como otros músicos, pero en la cual Apple se ha establecido de forma casi despótica en base a su enorme talento y la originalidad de su propuesta sonora.

Porque este disco suena como pocas cosas han sonado: una especie de cruce entre actitud experimental propia de Tom Waits, aires de Kurt Weil, excesos vocales al borde del quiebro de garganta, turbulencias pianísticas dignas de Chilly Gonzales al teclado en una sobremesa de cinco horas, sin olvidar otras no tan claras: los escupitajos vocales de grupos como The Knife andan por ahí, como advirtiendo que, tras su apariencia frágil y quebradiza, Fiona Apple no se anda con tapujos, ni desde luego con el mínimo complejo. Lejos de explotar su físico, se atavía con un curioso sombrero en la inicial Every Single Night, al ritmo, casi de caja de músico, pero ya demostrando su poderío pasando del grito amenazador al puro gemido. Una entrada contundente que se reafirma en una primera mitad del disco prácticamente cambiando de registro a cada canción, desde el tono a medias entre la elegancia y la amenaza de  Daredevil hasta una de las cumbres del disco, la espeluznante Valentine, combinando con los aires amargos y casi marciales de Jonathan, con parones en el experimento casi tribal de Hot Knife o el aire impresionista de Largo, que pone con ciertos tono de inocencia un disco quizás no perfecto, pero sí enormemente personal.