domingo, 26 de mayo de 2019

Until the end of the world, OST

Año de publicación: 1991
Valoración: muy recomendable

Wim Wenders, gran aficionado a la música y amigo de músicos consiguió algo inúsito en este disco. Un auténtico who's who del panorama musical de la época aportando material inédito para un disco. Leed los nombres en la portada y daos cuenta del enorme alcance de las figuras incluidas. No es el cartel de un concierto benéfico. Son una serie de figuras, muchas de ellas míticas, aportando colchón sonoro a una película cuyo planteamiento (persecución global de una persona a lo largo de diferentes países con la ayuda de tecnología pre-Google y un aura de película de espías ligeramente surrealista) resultó más brillante que su irregular desarrollo. 
Pero, ay, su banda sonora. El típico disco que es capaz de trascender a las imágenes a que da soporte y el típico disco que, oculto tras su aparentemente modesta pretensión, acaba tomando una entidad por sí mismo y un carácter casi mítico. Y si los nombres no pesan por sí solos, habrá que añadir detalles: Sax And Violins, excelsa canción con gloriosa sección rítmica y curiosa estructura pendular, sería lo último que los Talking Heads grabarían antes de su disolución. Death's Door, título adecuado para esos aires solemnes, es la aportación de unos Depeche Mode a caballo entre su cúspide, Violator, y el inicio de su decadencia, Songs of faith and devotion. Neneh Cherry, a las puertas de su segundo disco, aporta una versión llena de dub y vacía de vocales en Move With Me, y se adelanta al trip-hop, al ambient, al chill-out. Julee Cruise, fetiche de David Lynch, fascina con una delicada versión de un clásico de Elvis Presley en Summer Kisses Winter Tears, dos minutos de aires de otro mundo.
U2 entregan una poderosa versión cargada de ritmo de la canción que titula la película (o viceversa), tema perteneciente a Achtung Baby (a mi gusto, su disco más tolerable) y otras aportaciones parten de principiantes como Patti Smith, Lou Reed, Elvis Costello o REM, siempre dentro de un tono ligeramente surrealista, como si todas las canciones hubieran sido sometidas a una capa de melancolía global pre-millenial que les sienta la mar de bien, y que alejan a este disco de aquellos (muy en boga en la época) refritos de temas conocidos de artistas y temas menores que eran la mayoría de las bandas sonoras. Como disco, ésta tiene una entidad y una personalidad que la destaca.

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