domingo, 19 de mayo de 2019

Keane: Hopes and fears

Año de publicación: 2004
Valoración: bastante recomendable

Consulto las listas de los mejores discos del año 2004 (lo que tiene la Red) y parece ser un año, digamos, de transición en lo que a lo de la historia de la música concierne. Cierta unanimidad en la inclusión de operas primas de dos artistas que han tenido notables recorridos posteriores - y que hemos seguido aquí - como son Arcade Fire y Kanye West, alguna puntual acumulación de bandas del post-indie, post-todo británico como Franz Ferdinand, Interpol o Kasabian, el disco de Madvillain, todo eso, configurando una especie de panorama disperso en el que la industria, sin una corriente definida (la electrónica como género imperante empezaba a dar unos contradictorios signos de agotamiento creativo/penetración definitiva como soporte en otros géneros) y el r'n'b todavía no eclosionaba como futuro magma acaparador. Del brit-pop, del trip-hop,  nadie se acordaba.
En algunas de esas listas, en lugares no demasiado destacados, pero sí curiosamente en esas metalistas que las resumen todas, aparece este disco.
Keane (supongo, nombre procedente del mito del Manchester), surge en ese momento y aportan un sonido bastante reconocible a primeras (cuadrarán las fechas si los relaciono con esa corriente de rock levemente entristecido y épico que mama a partes iguales de U2, algunas canciones de Radiohead o ese esperpento aburrido que iba a ser Coldplay), si bien se atreven con una premisa (si la imagen de la portada del disco fuera de mejor resolución apreciaríais el detalle en la orla que rodea al nombre del grupo) bastante chocante y emblemática: el grupo no usa guitarras (sí bajo), y su sonido básico es teclado+batería+voz. Abandonan tan radical posición a partir del tercer disco, leo. Cómo voy a etiquetarlos, entonces, como rock, sin el símbolo fálico por antonomasia del tipo agarrado al mástil. 
Hopes and fears no es un álbum propio de one-hit-wonders. Tiene un puñado de buenas canciones aunque no vayan a cambiar la vida a quien las oiga. Curiosamente, mi preferida, Sunshine(que podría colar en cualquier disco de Tears for Fears) no resulta ser una de las más renombradas, y obviamente no fue elegida como single, con sus juegos de teclados y sus curiosas armonías vocales, obra de Tom Chaplin, vocalista de intenciones contenidas y con cara de ser buen yerno, que resultan tenuemente fascinantes si uno no se pone demasiado exigente. El álbum contiene su pequeño y modesto clásico, Everybody's Changing, esa canción tarareable y asequible que la hace, con el paso del tiempo, asimilable como carne de abyectas emisoras de radio con DJ's dormitando al ralentí, y otras piezas de arranques contundentes y abonadas a que la masa entusiasta las cante a pleno pulmón (brillantes singles, Somewhere Only We Know, This Is The Last Time), representantes idóneos del aire del disco y complementadas por canciones de estructura parecida, de tonos amables, a veces trascendentes, a veces más ligeros, sin que uno ni otra opción hastíen al oyente o lo eleven demasiado. Un disco correcto, que incluso con la actitud adecuada puede procurar placer al oyente, hasta transportarlo a otro mundo, tal es el poder puntual de estas canciones de estructuras sencillas, sonido levemente estridente, aires, insisto, coincidentes con cierto sonido (algún tema menor arranca con el mismo fraseo de piano de New year's day y creo que en una edición "de luxe" de este disco acometen una versión de, argh, With or without you) promedio de esa época en que la industria empezaba a absorber y a prever lo que se venía encima: pirateo, descargas, streaming. 
2004 y aquello empezaba a atisbarse como un panorama que era la nueva realidad. Keane publicó algunos discos después, que no me ha interesado gran cosa escuchar, parece que se separaron y regresaron y hubo algún abandono. 

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