Año de publicación: 1994
Valoración: muy recomendable
Necesitamos etiquetas como necesitan, los de los libros, leer sinopsis, como necesitamos, en los supermercados, leer descripciones de los productos que valoramos comprar, informarnos previamente pues los recursos a veces son limitados y no podemos permitirnos equivocarnos.
Massive Attack publicaron su primer disco, Blue Lines, a principios de los 90. Sufrieron un anecdótico percance cuando su nombre, para evitar relaciones con operación Tormenta del Desierto, tuvo que ser despojado de la palabra ataque durante un cierto tiempo. Blue Lines fue considerado la Biblia de un cierto sonido que abarcaba hacia atrás artistas y discos de fama más fugaz como los Chimes, Soul II Soul, Soho o Neneh Cherry. Un sonido caracterizado por su brillantez en la mixtura de las muchas influencias que en aquel momento bullían en el Reino Unido. Casi todas ellas negras: el soul, claro, cierto aroma de free-jazz o hasta de jazz-funk, y claro, Jamaica. Reggae, dub, dancehall. Todo eso que ha permanecido en el poso durante años y que hoy aún aflora en los discos de Kanye West o de Kendrick Lamar, hasta en ciertos aromas del trap.
Protection hizo las veces del difícil segundo disco e hizo también las veces de etiquetar al grupo aunque fuera con efectos retroactivos. Trip-hop. Cómo no nos habíamos dado cuenta. Ya entonces su sonido, tres largos años después de Blue lines, se había hecho ubicuo. Perfecto para todo: para aportar sensualidad, para demostrar ser cool, para relajar, para eso tan socorrido del chill out.
Pero es un disco que pasa a menudo desapercibido, cómo si se tratara de un mero tránsito entre su debut (permitid el sacrilegio: para mí, un disco excesivamente dependiente en su columna sonora del uso de los samples y las bases, muchas veces el auténtico atractivo de los temas) y el siguiente, Mezzanine, agresivo, oscuro, pero ya decididamente un disco de grupo consciente de haber accedido al status de fenómeno de masas.
Y es injusto. Porque el grupo eludió hábilmente la repetición de sonido. Para empezar, incorporando savia nueva a los vocales. Tracey Thorn, celebérrima vocalista de Everything But The Girl, aporta vocales solventes a Protection, la canción, y se cuela en una de las mejores canciones del disco, Better Things, con sus aires dubbies, su bajo circular, y su tono íntimo. Nicolette, procedente de la escena más alternativa, hace lo propio en Three y en otro de los singles del disco, la colosal Sly, con sus aires a medio camino entre Shirley Bassey y Billie Haliday, su minimalismo rítmico y su extraordinario arreglo de cuerdo. No es una ruptura con el pasado. Horace Andy aporta sus vocales en Spying Glass, avasalladora mezcla de dub y house que podría pasar por precedente por lustros de toda la obscena onda tribal, y el mismo Horace compensa su logro aportando vocales a la canción que cierra el disco, una inexplicable versión de Light my fire que, además de ser un elemento discordante en el disco, deja bastante que desear en cuanto a resultado sonoro.
Hay espacio para dos instrumentales, uno de ellos, Weather storm, pura definición sonora de la elegancia, y para alguna revisión, Karmacoma,del sonido de su debut.
Cabe pensar si a este disco le falta un single con el punch de Unfinished sympathy, si este pueda ser el motivo de su relativo anonimato. Para completar la jugada en onda jamaicana, Mad Professor se encargó de publicar un disco de remezclas en clave dub.
Me cuesta mucho ponerme con Massive Attack después del insuperable Blue Lines.
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