domingo, 5 de agosto de 2018

Varios artistas: Trainspotting, soundtrack album

Año de publicación: 1996
Valoración: muy recomendable

Hoy nos puede parecer entre entrañable y abiertamente hortera, pero es un hecho indiscutible que el arraigo en la cultura popular de las bandas sonoras de películas le debe mucho a dos hitos en concreto: Saturday Night Fever y Grease. Puede que antes hubieran poderosas asociaciones de imágenes y música, claro, quién negará El mago de Oz, West Side Story o la inolvidable Moon River. Pero esos dos álbumes aceleraron y consolidaron el establecimiento del binomio indisoluble: imagen de impacto, fondo musical que le quedará soldado a perpetuidad.

Danny Boyle, director de la película, ya había tanteado en su anterior film: Shallow Grave ya incorporaba alguna canción de Leftfield, en ese momento grupo de culto de la escena electrónica inglesa, que aquí repitieron. Pero para Trainspotting, film de referencia desde su primera escena (el recitado inicial forma parte de la historia del cine, igual que la combinación de gris y naranja con letra arial ha arraigado en el imaginario público), Boyle se decidió por un who's who de la escena alternativa, con los oportunos guiños a las figuras clásicas de mayor predicación, y consiguió concretar el milagro. La película no se entiende sin el colchón sonoro. Y no hace falta que los intérpretes canten, no es necesario que bailen, los personajes no son músicos, pero está ahí y se necesita.

Y Renton, toxicómano por voluntad y elección, corre delante de la policía al ritmo de Lust for life ("ansia por vivir", ¡ja!) de Iggy Pop. Lo estamos viendo y no concebimos bajar el sonido y eludir el ritmo trotón, la simplicidad pre-punk, la voz escupida de Iggy, igual que nos es imposible no oír el sonido amniótico de Brian Eno e imaginarlo sumergido en las profundidades del WC del lavabo más sucio de Escocia.

Perdón; uno se olvida de que está reseñando un disco y no una película. Lo que decíamos: antes, y después, muchas películas habían contado con soportes sonoros consistentes en la elección de canciones destacadas de artistas del momento. Tarantino glorificaría el género con otra vuelta de tuerca: apropiarse de retazos de bandas sonoras de películas y reciclarlos para escenas y contextos diferentes, en Kill Bill o en Inglorious Basterds . Pero lo de Boyle aquí es ejemplar, pues se trata de retratar a la vez la convulsa y efervescente escena de la época y los avatares de cuatro chicos de barrio asolados por el aburrimiento y la falta de expectativas. Esas que te llevan a entretenerte (o hacer el gilipollas) en un parque con una escopeta de balines o a urdir estrategias para que no dejen de pagarte el subsidio.
El lugar de honor, el de la canción que titula el disco y toma el título de la película, es reservado para unos Primal Scream era Screamadelica, diez minutos de aires relajados entre el dub, el lounge y lo opiáceo (muy adecuadamente), pero hay más cosas. Sleeper versioneando a Blondie en Atomic en su álgida gloria (un hit sin estribillo), Damon Albarn por partida doble (en solitario y con los Blur... luego no ibas a encontrar a Oasis por aquí), Elastica (gloriosos) los Pulp, claro. La extraordinaria Perfect Day de Lou Reed, cerrando el círculo en la escena de la sobredosis, y luego, los momentos más escorados al techno predominante. La fascinación dub de los Leftield en A Final Hit, ejemplar hasta en su título, y la recuperación de un oscuro tema de Underworld, una canción poco lucida, diríase que machacona y hasta repetitiva por sí sola, Born Slippy se convierte, merced al milagro de su ensamblaje con las imágenes de la película, en un himno hedonista (el voceo lager, lager, lager formó parte su buen tiempo del imaginario british), en una especie de pataleo rabioso, como una reivindicación de la rebeldía y el deseo de emancipación juvenil de la era post-Thatcher, por supuesto el mayor éxito de la irregular carrera de Underworld, y la canción que, plano de cámara subjetivo desde el interior de la caja de seguridad de la estación, nos recuerda, una y otra vez, las imágenes que la acompañaban.

El éxito del disco fue tal que a los pocos meses se editó, de forma algo forzada, un segundo disco incluyendo algunas canciones no incluidas en este. 

1 comentario:

  1. Excelentes tanto la reseña como la banda sonora. Los temas de Iggy y Lou Reed de lo mejor y muy acordes con la trama. Y efectivamente las bandas sonoras son un excelente medio, aparte de crear atmósferas para las imágenes, de disfrutar de compilaciones heterogéneas y conocer canciones y versiones nuevas e interesantes. Por ejemplo con las que acompañan las películas de Wes Anderson.

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