Más de 25 años lleva Weezer en el negocio y jamás han llegado a las cotas que alcanzaron con este primer album. Algún pildorazo, sí, alguna chispa porque la capacidad de perpetrar hits no se pierde de la noche a la mañana, pero ningún disco tan perfecto, al menos para los cánones del power-pop (o para yo le pido a un disco de power-pop), como este disco azul.
¿Y qué le pido a un disco de power-pop? Pues eso, melodías perfectas, coros "sesenteros", muchos yeah-yeah, miles de uh-oh-oh y unos cuantos sha-la-las, estribillos pegadizos, etc. Todo eso lo hay en cantidad en este disco de 41 minutos de duración que tiene diez potenciales singles llenos de guitarras aceleradas, distorsión y armonías vocales, diez canciones en los que el amigo Rivers Cuomo parece haber encajado lo mejor del pop, del punk y del rock estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
Porque en el disco azul de Weezer hay toques del sónido Seattle (nadie podía escapar a eso a principios de los 90), mucho Brian Wilson, algo de punk-rock ramoniano, una pizca de rock and roll de los 50 (y no solo por el título del primer single del disco)... Vaya, lo mejor de casa mezclado, eso sí, con una habilidad y un sentido pop descomunal que hace que el disco no decaiga en ningún momento y que posea un nivel altísimo de principio a fin.
En cuanto a las letras, más allá de cierta "angustia existencial adolescente", destaca el catálogo de personajes que desfilan por las canciones de Cuomo, reflejo en gran medida de una personalidad un tanto peculiar y que en muchas ocasiones no son otra cosa que una declaración de intenciones, como cuando en "In the garage" dice...
I've got an electric guitar
I play my stupid songs
I write these stupid words
And I love every one
Waiting there for me
Yes, I do, I do
In the garage I feel safe
No one cares about my ways
In the garage where I belong
No one hears me sing this song
In the garage
In the garage
Resumiendo, el "Blue Album" es un repaso a la cultura popular americana de la segunda mitad del siglo XX, un catálogo de hits que, al menos en mi opinión, sigue siendo tan vigente, disfrutable y tarareable como hace 25 años. Y eso no es moco de pavo, oigan!
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