domingo, 7 de julio de 2019

Björk: Homogenic


Año de publicación: 1997
Valoración: imprescindible

Homogenic marca el inicio de Björk como artista de éxito global con dominio absoluto de su carrera y que no va a dejar que nadie le explique cómo sonar para ser un poco más radiada o vender más.
Creo que la frase viene a definirlo.
El concepto inicial, leí, era situar beats a un lado y cuerdas al otro. Y dejar que el oyente escogiera desnudar de una u otra cosa la música que escuchara. Quizás fuera demasiado radical, pero es bueno saberlo. Este disco, cúspide de la islandesa, aportó, igualmente, muchísimo. Vanguardia absoluta a cargo de una mujer que incluso salía en revistas de moda. Probad oir la primera canción: hunter. Usad auriculares y notad ese canal derecho. Un ritmo sucio, saturado, casi más bien un polirritmo que estorbaría en otra canción, pero no aquí. La canción se ha construido en torno a él. Las subidas de las cuerdas lo acompañan, el acordeón parece esperar sus órdenes para irrumpir. Suena anárquico pero suena marcial, suena desestructurado pero ese redoble parece marcar un paso. El filtro de la voz no hace más que aportar a la canción una sensación inquietante, como de otro mundo. Björk deja de ser la cantante pizpireta y de aparente ingenuidad que ha bailado con jerseys deconstruídos al compás de ritmos house. Lo ha tirado todo por la borda y ni siquiera aparece su imagen en el video, a cargo de Michel Gondry, de jóga, un paseo por tierras volcánicas, una cámara sobrevolando piedras y otra vez las cuerdas y los ritmos. Mark Bell, de LFO, participando de forma determinante en el sonido. Aphex Twin y el catálogo más árido del IDM (Autechre, Black Dog Productions) en la bitácora, olvidémonos de ser la Madonna alternativa y de la portada de Vogue, entreguemos algo sublime como Bachelorette, en el fondo, una redefinición del pop contenida en apenas cinco minutos de absoluta gloria.
Solo el arsenal de techo agresivo de Pluto desentona aquí. El disco contó con el apoyo de videos a cargo del mencionado Gondry o de Chris Cunningham y fue la antesala de un notable cuarto disco, Vespertine, otra vuelta de tuerca en forma de sonido amable y orgánico, y la paulatina decadencia en medio de experimentos arriesgados y eventuales vueltas a la forma, y un gusto quizás excesivo por mostrar una imagen a medio camino entre lo naif y lo grotesco. 

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