Año de publicación: 2010
Valoración: muy recomendable
Valoración: muy recomendable
The Suburbs es el tercer disco de Arcade Fire. Está ahí, encajado en el tiempo entre sus dos primeros discos, muy similares en sonido, y los dos últimos, en los cuales la banda ha abrazado las sonoridades electrónicas, con resultados no siempre brillantes. Aunque algunos lo emparentan con Funeral y The Neon Bible, yo diría que se nota que es un disco de transición.
Una banda numerosa, se entiende, ha de contar con diferentes opiniones y gustos a la hora de definir el sonido. Eso, también se entiende, debería repercutir en una riqueza de criterios, en una cierta disparidad sonora que no va nada mal en los tiempos que corren, donde todo empieza a sonar igual. Este es un álbum variado, un álbum de canciones más bien cortas, un curioso interludio casi pop entre una época indie y una época techno, y contiene algunas canciones emblemáticas de una banda que ya se había ganado su puesto en la mitología alternativa, pero a la que algunos le habían pronosticado un futuro incierto: "acabarán como U2". Yo hubiera añadido: "o peor, como Coldplay".
The Suburbs arranca de forma inmejorable. La canción que abre y da título al álbum es un clásico instantáneo. Un ritmo trotón de aire ligeramente country, tono algo melancólico y estribillo casi pop , perfectamente coreable. Otro himno para las masas, aún con su pequeño defecto: la producción empieza a no dejar espacio para tantos músicos, y en algún momento del disco la inserción forzada de todos los miembros de la banda acaba resultando algo extenuante para el oyente. Son Arcade Fire y su disco más pop resulta ser deudor (quizás inconsciente) de ¡Bruce Springsteen!, cosa que corrobora en una transición memorable la irrupción de Ready to Start, marcada desde el primer momento para protagonizar crescendos en los impecables vivos de la banda. Donde sus primeros discos se habían distinguido por canciones extensas en tonos bastante cohesionados, The suburbs aporta 16 canciones (la última, un fascinante reprise orquestado del tema inicial) donde uno puede encontrarse de todo. Acelerones rítmicos que remarcan la sombra del Boss (Empty Room o Month of May, esta última casi un rockabilly y claramente la peor canción del disco) pequeños guiños a los primeros discos, como Rococo, evocaciones fronterizas cercanas a Neil Young en Wasted Hours y, por supuesto, gloriosos momentos marca de la casa como Sprawl I (Flatland) o We Used To Wait, ambas excelsas y creciendo a cada escucha. Incluso disponemos de Sprawl II (Mountains Beyond Mountains), tardía intervención de los vocales femeninos, homenaje a Blondie y posible adelanto del próximo camino que la banda se disponía a tomar en su siguiente disco.
Un disco que se comprende y se disfruta mejor oyéndolo en su integridad y en su secuencia, sin estar sometidos a la actual disposición de los tracklistings en la era de internet (los hits primero, los experimentos a partir de la segunda mitad de los discos, como dejando que solamente los interesados acaben reparando en ellos). Un tercer disco magnífico de una banda inquieta y, ya entonces, consciente de las enormes expectativas que sus discos generaban.
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