Año de publicación: 1976
Valoración: imprescindible
Valoración: imprescindible
Un respeto. Antes de desaparecer en lo artístico durante décadas y entregar una de las canciones más cursis de la historia, antes de parecer una parodia y ser objeto de chanzas incorrectas por las que hoy cualquiera podría ser encarcelado, antes de que todas esas circunstancias acabaran mediatizando las meras menciones a su persona, Stevie Wonder era un músico magistral, innovador, arriesgado, atrevido en el uso del sonido y en las combinaciones estilísticas, sin ningún miedo a pasar de un lugar (la balada melosa) a otro (la agresividad del soul combativo), y sin que muchas estrellas contemporáneas pudieran hacerle sombra. Porque donde Marvin Gaye o Sly and the Family Stone o hasta el mismo James Brown podían coincidir en sus períodos de efervescencia creativa, pero Wonder jugaba otra liga y su ristra de discos inapelables de los años 70 así lo demuestra, adelantándose a otro mito, Prince, en eso tan apañado de acaparar todo el proceso de creación, confección y producción de un disco. Si Wonder había sido ya un niño prodigio no lo había sido porque todo se hubiera orquestado a su favor.
Y Songs In The Key of Life es su cúspide y (¡un disco doble + un EP!) su proyecto más ambicioso. Prácticamente un quién es quién de los por aquel entonces llamados sonidos de color. Una enciclopedia repleta de joyas que han pervivido por décadas y que han sido oportunamente recuperadas. A saber. As fue revisitada por George Michael hace unos años, Pastime Paradise fue fusilada sin recato para ilustrar una de esas películas de bandas de los años 90, Another Star fue objeto de una toma brasileñizada por Salomé de Bahia. Ninguna de esas versiones a la altura de sus descomunales originales, claro, pero a ver quién es capaz de fascinar tanto y en tantos registros diferentes.
El disco empieza en un tono íntimo y relajado, con un mensaje prácticamente espiritual que en muchos momentos bordea el gospel: Love's In Need Of Love Today es una de esas baladas que artistas han intentado (con resultados siempre inferiores) imitar por todas sus carreras. En general, todo el espíritu del disco es de completa libertad y de ausencia de prejuicios, y esa circunstancia redunda en que todas las canciones tengan algún tipo de atractivo que las diferencia y las ensalza. En su momento ya obtuvo sus hits que harían palidecer a ciertas medianías de hoy en día: los aires funk imparables (esa línea de bajo que arrastra el burbujeo hasta que entra el Rhodes : gloria pura) de I Wish o el aire festivo a lo New Orleans de Sir Duke, son solo piezas destacadas en un festín lleno de guarnición de lujo, repleto de joyas escondidas. O no lo es la transición del arpa y la armónica de la sentida If It's Magic al torbellino de aires jazzies de As, los aires juguetones del piano de Summer Soft, que arranca como una balada y se trastorna, o la marcialidad de minuetto de Village Ghetto Land.
Ninguno de los planteamientos que esta obra maestra estableció ha caducado. Aún los encontramos no solamente en los homenajes ocasionales que recibe de estrellas como Lady Gaga o Daft Punk, sino en la obra de muchas figuras de la música actual, no solo en ámbitos comerciales o masivos. ¿O no es un homenaje lo que Frank Ocean le hace en Sweet life?
Ninguno de los planteamientos que esta obra maestra estableció ha caducado. Aún los encontramos no solamente en los homenajes ocasionales que recibe de estrellas como Lady Gaga o Daft Punk, sino en la obra de muchas figuras de la música actual, no solo en ámbitos comerciales o masivos. ¿O no es un homenaje lo que Frank Ocean le hace en Sweet life?
En fin: la música de hoy no parece un terreno muy abonado para discos como éste. En su día, obras resplandecientes, declaraciones de principios, auténticas paletas sonoras donde captar y percibir lo que un artista pretendía transmitir. Hoy en día seguramente hubieran sido tildadas de ampulosas o de excesivas, y el crítico de turno habría tenido que poner el foco sobre ellas.
Uf
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