Valoración: muy recomendable
Dos portadas blancas con dos hombres jóvenes quedan sustituidas por estas siete barras de colores que pueden parecer la bandera gay o la carta de ajuste de tonos de cualquier monitor de TV. Se esconden y llaman a su disco Introspective cuando es su disco más festivo. De hecho, algún purista todavía le niega la categoría de álbum. Un par de temas ya publicados, un par de versiones y dos temas nuevos, ninguno de los tracks dura menos de seis minutos y no hay baladas ni medios tempos por ningún lado, lo cual los aleja de la semblanza pop de Please o Actually.
Seamos más concretos: es 1988 y lo del house todavia no ha aterrizado con todas las de la ley y este par de tipos que ya han osado hacer una especie de rap blanco con West End Girls ahora ejecutan otro sacrilegio: acelerar una canción de Elvis Presley y engarzarla con una cosa de puros aires electrónicos y llamarla Always on my mind / In my House aunque, si hemos de reconocerlo prescindiendo de pre-concepciones, el bajo suena potentísimo (de hecho, es, según la BBC, la mejor cover de la historia) y el espíritu de la canción se mantiene incólume, como si esa velocidad no la despoje de ese aire melancólico. Pues vaya. Veamos, más cosas: lo de I'm Not Scared, canción que ya le han producido a un grupo fantasma (o eso parecía) liderado por Patsy Kensit (aquella rubita mona que luego se casó con Jim Kerr y luego con Noel Gallagher) tampoco suena nada mal, alargada y con el cambio de rol al ser interpretada por voz masculina. Incluso incorporan un inicio con ciertos aires marciales, como el que usarían en su siguiente disco para My october symphony, y la canción resulta cambiar y quedar perfectamente ahí. También reciclan una de sus míticas caras B. I want a dog se beneficia del aderezo de un piano de toques house cortesía de la remezcla a cargo del fallecido Frankie Knuckles, y el house vuelve a estar presente en la versión del prematuro clásico de Sterling Void It's alright, curiosamente muy mejorada con los aires pop en la versión corta elegida para el single.
Añadid a eso dos temas nuevos: Domino dancing, excursión en el electro de sonido más cercano a lo latino (de hecho, sus devaneos con los productores de la onda Miami se prolongarían hasta colaborar con Harold Faltermeyer), incorporando uno de los vídeo clips más explícitamente homoeróticos hasta ese momento, tono bailable, festivo, veraniego, soleado y lleno de equívocos y ambigüedades. Y me dejo para el final la auténtica gema del disco y, desde el mismo momento en que la aguja se posó sobre el vinilo y dio paso al extraordinario arreglo de cuerda que le da entrada, una de mis (y parece ser, de mucha gente) canciones favoritas del dúo: Left To My Own Devices, arrollador torrente donde surgen las artes de la producción de Stephen Lipson y Trevor Horn para arropar un ritmo imparable que parece totalizarlo todo, un disparo que no se conforma con los pies y avanza también hacia el cerebro, como una proclama de actitudes personales coronada por una de las líneas más memorables de la historia de la música popular: Che Guevara and Debussy to a Disco Beat.
Introspective representa una relativa ruptura. Para un grupo que vendía a espuertas, que era popular a nivel global, supuso un paso adelante al incorporar a sus elementos pop un montón de detalles vanguardistas que les procuraron el beneplácito crítico que (puede) echaban de menos.
Añadid a eso dos temas nuevos: Domino dancing, excursión en el electro de sonido más cercano a lo latino (de hecho, sus devaneos con los productores de la onda Miami se prolongarían hasta colaborar con Harold Faltermeyer), incorporando uno de los vídeo clips más explícitamente homoeróticos hasta ese momento, tono bailable, festivo, veraniego, soleado y lleno de equívocos y ambigüedades. Y me dejo para el final la auténtica gema del disco y, desde el mismo momento en que la aguja se posó sobre el vinilo y dio paso al extraordinario arreglo de cuerda que le da entrada, una de mis (y parece ser, de mucha gente) canciones favoritas del dúo: Left To My Own Devices, arrollador torrente donde surgen las artes de la producción de Stephen Lipson y Trevor Horn para arropar un ritmo imparable que parece totalizarlo todo, un disparo que no se conforma con los pies y avanza también hacia el cerebro, como una proclama de actitudes personales coronada por una de las líneas más memorables de la historia de la música popular: Che Guevara and Debussy to a Disco Beat.
Introspective representa una relativa ruptura. Para un grupo que vendía a espuertas, que era popular a nivel global, supuso un paso adelante al incorporar a sus elementos pop un montón de detalles vanguardistas que les procuraron el beneplácito crítico que (puede) echaban de menos.
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