Valoración: recomendable (justito)
No nos asustemos. Arcade Fire parecen ser incapaces de entregar un mal disco. Van cinco, ya, y ninguno es un mal disco. O sea, y léase la valoración, insisto, puede que sea injusto no darle una oportunidad a Everything now simplemente porque un comentarista de Internet venga y traslade, aquí, su mohín de escepticismo a unas cuantas líneas.
Hay bastantes cuestiones, por eso, que justifican esta relativa frialdad.
Una obvia: cuatro discos previos con un promedio realmente sobresaliente, incluyendo una evolución sonora, como mínimo, sorprendente en un sentido satisfactorio.
Otras más complejas.
Por ejemplo, que el grupo base la estructura del disco en el tema que le da título, que aparece en tres fragmentos, en distintas duraciones, arreglos, y tomas. Importante, sí, pero no es desde luego la mejor canción del grupo. Quizás la más inmediata, con ese esplendoroso y fascinante arreglo de cuerda y piano inicial , que les ha reportado bromas como lo de llamarles ABBArcade Fire. Pero una canción, y pronto empiezo con los tabús, basada en esa contagiosa melodía, que se repite a lo largo de los cinco minutos: el piano, la primera estrofa, el coro de niños, la sección de cuerda en su reprise. El fogonazo, véase el vídeo, es intenso y parece perdurable: pero se desvanece, allá por el minuto tres, y tras un estribillo más bien insulso (demasiados estribillos insulsos en este disco, algunos como arengas para justificar un paso a la siguiente estrofa), estamos deseando que se repita la melodía base, porque la canción, nos tememos, no da mucho más de sí.
Por ejemplo, que el grupo base la estructura del disco en el tema que le da título, que aparece en tres fragmentos, en distintas duraciones, arreglos, y tomas. Importante, sí, pero no es desde luego la mejor canción del grupo. Quizás la más inmediata, con ese esplendoroso y fascinante arreglo de cuerda y piano inicial , que les ha reportado bromas como lo de llamarles ABBArcade Fire. Pero una canción, y pronto empiezo con los tabús, basada en esa contagiosa melodía, que se repite a lo largo de los cinco minutos: el piano, la primera estrofa, el coro de niños, la sección de cuerda en su reprise. El fogonazo, véase el vídeo, es intenso y parece perdurable: pero se desvanece, allá por el minuto tres, y tras un estribillo más bien insulso (demasiados estribillos insulsos en este disco, algunos como arengas para justificar un paso a la siguiente estrofa), estamos deseando que se repita la melodía base, porque la canción, nos tememos, no da mucho más de sí.
Las labores de producción: desde luego no se podrá recriminar al grupo ser fagocitado por sus productores, pues la labor de Thomas Bangalter (Daft Punk) o Geoff Barrow (Portishead) apenas se filtra en meros detalles, lo cual sería una buena noticia según cómo. Creo que la influencia de James Murphy en Reflektor era un factor positivo y, de hecho, algunas de las mejores canciones de Everything now son las que recuperan el sonido de su anterior disco, como Good God Damn, con su bajo juguetón y su guitarra afilada. Aunque he de reconocer que hasta ahora no sé si esos logros compensan las lagunas, algunas de las cuales me han provocado cierta preocupación sobre el futuro de una banda gobernada, en la cuestión vocal y de imagen, por un matrimonio, pero que parece disfrutar de una cierta democracia en lo que concierne a la concepción de su sonido y en las aportaciones estilísticas. Por ejemplo: Creature comfort, otro de los sustentos del disco, o Electric blue, ambos muestras de que Régine Chassagne está mejor parapetada tras los instrumentos que haciendo aportaciones vocales. O las dos inexplicables versiones de Infinite content , la primera, punk y vulgar, la segunda folk lleno de slide guitar y limítrofe con lo cursi. Hay hallazgos, claro, ciertos tonos dub y reggae afloran tímidamente, pero resulta curioso que en un disco donde abundan los efectos de transición entre canciones la sensación final sea tan dispersa, como si el disco se hubiera finalizado precipitadamente a base de encajar las aportaciones de diferentes orígenes y presentarlas de la manera más unitaria posible, hasta el packaging y la imagen de los vídeos parecen forzarlo, y no.
¿Hay que salir huyendo? Bueno, eso sería exagerado. El grupo muestra la suficiente inquietud como para, a pesar de su éxito global, evitar caer en pestilentes síndromes mesiánicos a la manera de U2 o Coldplay. El disco tiene aciertos aislados a pesar (esos estribillos monótonos) de no aportar más que un par de canciones a la inapelable lista de clásicos de la banda. Quizás un año más hubiera permitido disponer de más material donde elegir, pues los descartes (Chemistry, horrorosa) son obvios.
En fin, 4 sobre 5 discos de Arcade Fire son excelentes.
No muchas bandas pueden decirlo.
Jo, el primer disco de Arcade Fire era la hostia. Personalmente, es el que más me gusta
ResponderEliminarPues este no tiene nada que ver, lo cual estaría bien si hubieran sabido encauzar (o hubieran estado más inspirados) ciertos cambios creativos. Reflektor, disco anterior, estaba muy bien. Pero no sé si cierto cambio de sello ha tenido que ver, las prisas y eso...
EliminarEs tal cual lo que dices. La expectativa que te genera el "qué vendrá luego" de un disco doble de la calidad de Reflektor, lejos el mejor disco del año junto a RAM de Daft Punk, hace imposible no comparar.
ResponderEliminarY bueno, el que compara, pierde. Y nosotros perdemos. El disco no se compara con los anteriores, bastante flojito, pero lo único que rescato es que después de verlo en vivo ya hay tres temas que me gustan y son la seguidilla: Electric blue- Good god damn - Put your money on me (parece un tema salido de Stranger things)
Es increíble eso que conté antes, el efecto pos recital con los temas que antes no te gustaban...
Sigo leyendo otras crónicas... Saludos!