domingo, 13 de junio de 2021

Flying Lotus: Cosmogramma

Año de publicación: 2010

Valoración: casi imprescindible

Independientemente de que uno caiga en el estereotipo de hablar del gen familiar y la relación de Steve Allison con el clan Coltrane, cuestión que seguramente iría de perillas para el aparato promocional (como si la mera publicación del disco en Warp no definiera suficientemente la intención), los méritos de Cosmogramma superan las expectativas del artista novel y entonces no resulta extraño que autores inquietos como Kendrick Lamar acudieran al músico norteamericano a la búsqueda de sonoridades extrañas, a medio camino entre el caos y la calma.

Otro de esos discos que justifica el no señalar piezas determinadas, diría, a pesar de mis reticencias a las metáforas, Cosmogramma es un océano algo turbio bajo una dura capa de tensión superficial. Obviamente hablamos de sonido experimental y nada relacionado con las corrientes pop, aunque sus hallazgos sonoros encuentren su vía de encaje. Obviamente el Thom Yorke que colabora en una canción es el de Kid A y no el de The Bends. Lo abigarrado de la entrada, un pandemónium de apenas un minuto y medio que firmaría Squarepusher, solo hace las veces de información al oyente. Si hace unas semanas reseñando a Throbbing Gristle informaba de su práctico rechazo del virtuosismo como planteamiento previo para la entrada en el estudio, creo que con Flying Lotus, quizás con una premisa opuesta (Thundercat es, obviamente, uno de los mejores bajistas de la actualidad) alcanza un resultado, si no equivalente, sí equiparable. Cosmogramma es un disco difícil y abstracto a pesar de sus remansos de paz, completamente libres de tufo new age, incluso sus escarceos con el drum'n'bass están ensuciados a base de capas de producción y juegos con las idas y venidas entre lados del sonido, entre capas de éste. La presencia de Thundercat no se limita al lado rítmico, a veces más entregado al 808 mientras el bajo es el que traza las ¿melodías?. Cierto es que hay cierta sensación de amplitud cuando las cuerdas toman protagonismo, pero esa calma es siempre tensa, abigarrada, más deudora de los 12" de Mo' Wax que de la oleada edulcorada de grupos como  Morcheeba. Cosmogramma concibe la calma como precedente de la explosión, lo que no significa que hablemos de música agresiva o intimidante, cuestión que las escuchas confirman. La mezcla de estilos es constante y desinhibida, e incluirían el lounge, el deep house, el ambient, en un principio todo aquello que se ponga por el medio y que pueda ejecutarse con teclados y bajo.  Difícil pero crecientemente fascinante.


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