Valoración: muy recomendable
No vamos a culpar aquí a Nouvelle Vague del impacto que no pudieron controlar. Sus discos llenos de versiones dulcificadas de clásicos del rock y el pop, pasadas por una adaptación con extremo gusto y sofisticación por el tamiz de la bossa nova, del easy listening podían resultar un poco repetitivos y quizás demasiado cautivos de la eficacia del material original. Pero de ahí a responsabilizarlos de crear esa moda y de su pestilente repercusión en generar bandas sonoras de insufribles programas televisivos (me ahorro darles publicidad) media un abismo. Su aportación a la serie Late Night Tales (de la que aquí ya destacamos una extraordinaria sesión a cargo de Air) demuestra que su buen gusto en las elecciones del material está muy encima de considerarlos un mero combo de generadores de covers con la aplicación reiterada de una fórmula, y revela con claridad que sus influencias son tan variadas en su conjunto como deslumbrantes por separado.
Y el grupo (o colectivo) francés no tiene inconveniente en efectuar mezclas chocantes a primera. Abriendo con una canción casi irónica de los Specials, icónica banda de enganche entre el ska y la new wave, What I Like Most About You Is Your Girlfriend, toman el timón con su propio material, sedosas versiones de Come on Eileen y de Os Mutantes. A partir de ahí el festín continúa y los invitados justifican el término eclecticismo por los cuatro costados. Funk after-punk a cargo de los Tones on-Tail, oscuros pero fascinantes temas de artistas minoritarios como los Pale Fountains, que parecen anticipar el sonido de Depeche Mode en Black Celebration o David Sylvian, en tomas particularmente estéticas, combinadas a la perfección con clásicos, casi standards, como San Francisco Is A Lonely Town (Late Night Tales de Charlie Rich, intervenciones de Peggy Lee, Julie London o Glen Campbell, salpimentadas con cierto toque french a cargo de Isabelle Antena o la fascinante Nicole a cargo de los desconocidos Les Petroleuses, un interludio a cargo de Gavin Bryars, diez minutos indescriptibles a medio camino entre la banda sonora, el impresionismo y el jazz moire, una hora y cinco minutos que dan para veintiuna canciones que demuestran que Nouvelle Vague podían acusar cierta tendencia a la repetición en su obra propia, pero que sus gustos, sus influencias, son inapelables, y su gusto para seleccionarlas e integrarlas en una sesión que es un voluptuoso recorrido por cuatro décadas de música popular, inconmensurable.
Pure plaisir.
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