Año de publicación: 1969
Valoración: imprescindible
Valoración: imprescindible
En el mismo año en el que, meses antes, había publicado Scott 3, otra obra maestra, Scott Walker publicó este Scott 4 de portada (dicromía, expresión circunspecta, mirada perdida) rayana con el expresionismo, y desapareció convirtiéndose en una especie de Salinger musical, para volver a aparecer de vez en cuando con propuestas cada vez más extrañas, experimentales y alejadas del gusto de las masas.
Como cierre de la tetralogía, Scott 4 plantea dos situaciones contradictorias. Primero, es un disco repleto de canciones extraordinarias, muchas de ellas clásicos instantáneos e integrantes desde su publicación de la ya extensa lista de maravillas firmadas (aquí Walker ya compone todo el material) por su intérprete. Segundo, supongo, quizás, se trata de una mera conjetura, el disco acusa algo una cierta dispersión en lo estilístico, cosa que seguramente no ayudó en su empeño de recuperar al artista para una repercusión comercial de cierto alcance. Walker. Años atrás, como integrante de los Walker Brothers, se les trataba como a (otros) nuevos Beatles.
Claro que la cosa no era precisamente sencilla. El universo de Walker no era apto para todos los públicos, y abrir un LP con una canción inspirada en una película de Bergman no era precisamente una apertura destinada a los charts. The Seventh Seal arranca con una trompeta casi latina, para embarcarse en un nervioso intercambio de guitarras, cuerdas, y la aterradora presencia vocal de Walker, acaparándolo todo. Canción sin estribillo, crescendo sin resolución, queríais clásicos, ahí va el primero. Preparando el camino para la que para mí es, oficialmente, la mejor canción de menos de dos minutos de la historia: On Your Own Again, letra indescifrable (¿divorcio?) que se cierra con una contundente frase que bien pudiera resumir la carrera de Walker "era tan feliz que no me sentía yo mismo". Arranque solemne de guitarra acústica, mid tempo punteado por las cuerdas, la voz se eleva poderosa y a la vez íntima.
Hay más, por supuesto. Los saltos de un estilo a otro son constantes y perjudican algo esa condición de álbum, pero esa es una queja menor. Walker tantea con el soul-rock en Get Behind Me, evoluciona hacia el country & western en (premonitorio título) Rhymes of Goodbye, aunque antes nos ha regalado canciones en los que parece certificar su derrota, World strongest man o la fascinante e icónica Boy Child , ésta repleta de lirismo y amagando con la experimentación en que sumiría su carrera posterior. Canción por canción, se trata seguramente de su mejor disco. Hablamos de un artista que, en lo creativo, no tiene miedo a nada. Si hay que hablar de neo-estalinismo en una canción dotada de cierto aire pop, se hace: The Old Man`s Back Again, aparte de una línea de bajo que impresiona al mismísimo David Bowie, uno de los más audaces arreglos de la historia. Y Walker habla de mujeres de pie en medio de la nieve, mientras desconocidos se llevan a su hombre.
Reverencia absoluta.
Scott 3 y Scott 4 dos obras maestras indiscutibles.
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