Año de publicación: 1997
Valoración: muy recomendable
Valoración: muy recomendable
Una imagen impactante, glamour callejero con el toque racial justo, el punto chic distintivo de sus tocados textiles en la cabeza, cierta aura más cercana a, por ejemplo, Naomi Campbell o Sade que a Missy Elliott o Rihanna. Erykah Badu podría pasar por una de esas fugaces estrellas a las que se les entrega el cetro de "esperanza del soul", casi siempre gracias a un primer disco descollante... y casi siempre para despojarlas de él en cuanto surge otra estrella de muy parecidas características.
Lo cual no debe evitar que disfrutemos de sus discos. Baduizm, título al que no le falta ese toque ególatra que desprende seguridad, es un formidable debut que no tuvo continuidad en los términos que merecía. Y podriamos decir lo mismo de Kelis, de Jill Stone, de Me'shell Ndegeocello, de las Zhané, de Lauryn Hill, de Jody Watley, de Mary J. Bligee muchas figuras cuyo deslumbrón inicial acabó siendo casi, el necesario preámbulo a un oscurecimiento.
Las credenciales de Erykah Badu en lo artístico: una voz ligeramente gatuna y nasal, comparada en no pocas ocasiones con la de Billie Holiday, un acompañamiento brillante, a medio camino entre el trip-hop tan en boga en su momento y el jazz onda Roy Ayers: base rítmica potente aunque algo perezosa, bajo y bombo en primer plano arropando a la voz, y, el conjunto, claro, cómo no, resulta de esa aterciopelada elegancia que parece ir a traspasar la barrera del engolamiento al que a veces estos experimentos se ven abocados. Baste ver las toneladas de azúcar en forma de baladas que intoxicaron las carreras de muchas divas, desde Whitney Houston a Beyoncé, cayendo de bruces en el mayor de los convencionalismos, la condena de las grandes voces a ser "intérpretes" por encima de "músicos".
Baduizm dispone de material potente al que solamente puede recriminarse cierta homogeneidad, justificada a la hora de aportar cohesión pero algo incómoda para una audición "del tirón". Ciertos trucos vocales regresan, ciertos ambientes son compartidos entre las canciones, y desde luego el inconfundible tono de la artista, que tan pronto se eleva a alturas de los grandes clásicos como parece coquetear con el scat, se encarga de llevarnos de la mano por historias que parecen no acabar siente bien. Canciones de tempo perezoso, no exactamente las baladas dulzonas sino números de regusto agridulce, torch-songs de digestión lenta sin estridencias ni histrionismo. Next Lifetime habla de la reencarnación como una opción a la poligamia, En On & On (atentos al espectacular arranque a los 3:26), el mensaje no es tan claro, pero quede claro que las semejanzas con Billie Holiday no se restringen al tratamiento vocal: Badu transmite mensaje a través de sus palabras y su fascinante tratamiento sonoro (con sutiles reminiscencias caribeñas, las percusiones parecen pedir a gritos someterse a un tratamiento de reverberación), y ese mensaje es indudablemente militante: el video de Other Side Of The Game muestra a una mujer rodeada de comodidades en una gran casa mientras su pareja entra y sale y no parece ser un médico de urgencia.
Han pasado dos décadas y el mundo ha visto ir y venir (y no regresar) a muchas estrellas fugaces. Badu puede que solo sea una más en ese firmamento, pero este disco merece la pena revisarlo de vez en cuando.
Han pasado dos décadas y el mundo ha visto ir y venir (y no regresar) a muchas estrellas fugaces. Badu puede que solo sea una más en ese firmamento, pero este disco merece la pena revisarlo de vez en cuando.
Dentro de mi ignorancia actual de música moderna, enhorabuena por el blog. ¿Para cuándo "una película los lunes"?
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