Año de publicación: 2020
Valoración: decepcionante
En algún momento entre 2013 y 2018, James Blake es objeto de una abrumadora opinión unánime. Sobre todo, a raíz de la publicación de su magnífico segundo disco largo, Overgrown. Todo el mundo se fija en su tratamiento del sonido, en la profundidad de sus interpretaciones vocales, en su jugueteo con el dub y con los cambios de tiempo, en cómo combina una hipersensibilidad con una enorme osadía sonora. Se convierte en una estrella que trasciende la restringida escena del dubstep, donde dio sus primeros pasos, traspasa la frontera de la electrónica y llega, ignoro si a su pesar o no, a convertirse en una mención omnipresente de la escena ya lindante con el mainstream.
Si bien no descarto que, en la industria musical actual, tan proclive al mestizaje constante y tan propensa a las colaboraciones tanto entre iguales como en figuras teóricamente discordantes, hablar de mainstream no tenga porqué ser necesariamente peyorativo. En cualquier caso, Blake es en 2012 una figura del universo alternativo y en 2019 está colaborando con una figura global como Rosalía (por cierto, una colaboración que puede considerarse entre lo peor de la obra de cada uno de ellos). Y así son las cosas: Blake ya es un profesional al que todo el mundo quiere arrimarse y seguramente si las causas de su pose melancólica tenían algo que ver en inseguridad personal o profesional o en cuestiones de reconocimiento, su enorme repercusión y, fuera tabús, cualquier atisbo de inestabilidad económica han despejado cualquier duda sobre su futuro. James Blake es un icono y las grandes estrellas del Universo lo adoran, desde Kendrick Lamar a Frank Ocean.
Pues bien: Covers EP me ha decepcionado y diría que incluso me ha asustado. Ya su anterior disco me resultó excesivamente evanescente y demasiado dependiente de que sus golpes fuertes fueran las colaboraciones de otros intérpretes, y empecé a ver que Blake no se resolvía con tanta convicción con su propio material y que este empezaba a ser demasiado enfocado a cierto perfil (piano, intensidad vocal, ruiditos de fondo para crear más atmósfera que para incidir en la propia canción) donde el fantasma de la repetición (y su terrible efecto secundario, el autoplagio) asomaba amenazador tras la puerta. Pero Covers EP, seis canciones en las que hace tomas de, supongo, canciones de artistas que le han influido/impresionado, es una triste constatación de la presencia de un muro no autoimpuesto donde Blake empieza a publicar los discos que se esperan de él.
Empecemos por cuestionar que entre tanto material posible se haya optado por elecciones tan obvias e incluso, algunas, tan poco maduradas. James, abrir con when the party's over canción de Billie Eilish de apenas hace dos años, efectuar una rendición prácticamente mimética del tema, pues no sé: quizás sirva para hacer un guiño en un concierto y desde luego Billie Eilish me sigue pareciendo de lo mejor que le ha sucedido a la música recientemente, pero es una elección sonrojantemente obvia a la que, salvo la condición de homenaje rendido, Blake no aporta nada. Y no creo que Blake deba descender a los niveles de los Youtubers que hacen versiones desde sus dormitorios. No a este nivel. Luego las elecciones siguen siendo, casi, de perogrullo. Stevie Wonder, Joy Division, Frank Ocean. Recuerdo a Nirvana entregados en Unplugged a recuperar canciones de grupos casi desconocidos y aportándoles gran relevancia. ¿Para qué ralentizar Atmosphere, despojarla de su aire casi trágico y convertirla en una pura toma Blake de un clásico imperecedero? ¿Qué somos, James, cantantes de animación (!!) de hoteles de costa que se suben al escenario con un teclado midi a revestir cualquier canción de su impronta vocal? Una tras otra, las canciones de Covers EP desfilan sin aportar nada en un sentido o en otro. Ni Blake arriesga con la toma, que circunscribe a su estilo y que ejecuta con una sincera pero calculada pulcritud vocal marca de la casa, ni en ningún momento aportan una simple salida de tono sonora. Piano espartano, vocales rellenos de eco, de acuerdo que se trata de un EP y que quizás no sea el formato en el que un artista ha de manifestar inquietudes o abrir nuevas posibilidades sonoras. Pero recuerdo, por ejemplo, A woman's story, de Marc Almond, también seis canciones, también seis versiones, y digo, vaya, un artista de menor repercusión sintiéndose libre para llevar el trabajo de otros a su terreno, ser respetuoso y arriesgar. Nada de eso lo ha conseguido Blake aquí. Grandes canciones adaptadas a un gran intérprete, un resultado inferior a la suma de sus partes. Un paso más de carrera, supongo que poco significativo si en un año o así se presenta con un disco que avance hacia algún sitio, pero en este momento, poco más que simbólico, por no llamarle, o sí, completamente innecesario.
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