Año de publicación: 1989
Valoración: muy recomendable
Frescura: Neneh Cherry parece estar presentando a su banda en un concierto cuando empieza Buffalo Stance. Y parece que haya pasado poco tiempo, pero en 1989 pocos conocían que era éso del sushi a lo que se refería en el título. Un detalle nimio, pero que revela cuánto ha cambiado la industria musical en esas tres décadas y qué poco se han enterado muchos que aún mandan bastante en ella.
Este es un disco de aquellos que, sin optar por la experimentación cruda o por la ruptura, marca épocas: Cherry fusiona pop y hip hop y lo entrega a las masas sin hacer el ridículo. Lo hace desde una actitud chulesca pero gracias al respaldo de toda una manada de grandes socios: por ahí anda la gente de Wild Bunch, socios ineludibles que conservaban un espíritu de mestizaje que venía de Soul II Soul y se alargaría en el debut de Massive Attack. Música hedonista combinada con mensajes muy directos y una actitud terriblemente profesional. Territorios despreciados por el consumidor de música "seria", sembrados de prejuicios rockistas, para que, toma ya, Cherry colaborara en su siguiente disco con Michael Stipe.
Raw like sushi cumple perfectamente como muestra de portafolios sonoro: incluso la algarabía ligeramente autocomplaciente de algunas de sus canciones acaba combinando con momentos solemnes como la excelente Manchild, la profunda Inna City Mamma o las apoteosis lúbricas de aires pop como HeartHeart o Kisses On The Wind, con sus extrañas reminiscencias de Madonna y combina a la vez una pose activista y combativa incontestable, de esas que ahora acumularían adjetivos sobresaturados, con una actitud realmente juguetona, celebrando la diferencia y abrazando el mestizaje sonoro en un momento en que los mundos sonoros estaban firmemente separados por barreras, Neneh Cherry reventó a patadas las preconcepciones: no quería ser una dama del soul sino una insolente joven que se subía al púlpito (al escenario, al altavoz) y enviaba sus mensajes a un público, ya, mezclado y variopinto. Por esa brecha se colaría Kelis, se colaría Rihanna, se colaría toda una generación de estrellas femeninas que tomaban las riendas de sus carreras. El primer corte es el más profundo.
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