Valoración: muy recomendable (aunque complementario)
Algunos matices acerca de Sobremesa.
Aunque se está presentando como un "nuevo disco" y, por ejemplo, aporta nueva portada, me temo que no lo es en el sentido estricto del término. Si bien una de las cuestiones que pondría en duda tal afirmación (el hecho de que mucho de su material ya estaba disponible anteriormente) también hubiera invalidado El Madrileño como tal, y eso sí que no. También aporta esa sensación el hecho de que el disco parece que se comercializa junto al disco inicial como una especie de continuidad, que eso sí que suena muy coherente, aunque he de agradecerle ciertas cosas al Puchito, aparte de las que pueda agradecerle su compañía si, con este proceder, hurga aún más en los bolsillos de algún despistado.
Puestos a agradecer, y en tal caso, lo hago por tres motivos: consigue que el disco acabe con algo mejor que la indigna y sobrecalentada Hong Kong, aporta alguna justicia poética al acreditar a New Order gracias a la magistral aportación en la versión en vivo de Los tontos, y plantea cierta respuesta a los críticos que le echaron en cara la ausencia de colaboraciones femeninas en El Madrileño.
Las dudas, entonces, de la justificación del proyecto, quedan despejadas: La Culpa es rumba taleguera de voz acazallada, estribillo inmediato aunque pegajoso, y video afortunado a pesar de la sospechosa presencia de Omar Montes; en Ateo , con escándalo incorporado, empieza a equilibrar cuota con una ¿bachata? a dúo con la simpar Nathy Peluso, curiosamente algo relegada, pero con tiempo para aportar esa dicción de sílaba masticada, como presentando su candidatura a ser (tras Rosalía y Tangana) la siguiente aportación de bulto de los géneros urbanos al imaginario popular. El disco sigue mostrando material conocido, particularmente me ha parecido algo rácano el no aportar versión de estudio para Me maten y limitarse a publicar la versión ya conocida, la del glorioso Tiny Desk, ha tenido muy buen criterio al recuperar e integrar la primera versión de Un Veneno por lo que representa como primer punto de la reinvención del artista como multigénero y también en darle un colofón más digno con una declaración modesta de amor latino en Para Repartir, tema de hace dos años en el que el músico ya apuntaba su interés por ese glorioso, a tenor de los resultados, camino entre la nostalgia, la mezcla de elementos dispares y la innovación que representaba El Madrileño, y si esto es una jugada comercial o una oportuna extensión del alcance del disco, si ello hace que los reticentes (ese oscuro e inamovible grupo de gente que alardea de no haber oído jamás al tío este) comprendan y disfruten este - ahora ampliado - magnífico disco, pues hay que recomendarlo, otra vez (Iván Repila ya lo hizo aquí antes que yo: gracias).
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