Valoración: imprescindible
Pura lógica.
La música de Andrés Calamaro me resulta, la mayoría de las veces, directamente insoportable. Su empeño en convertirse en un Bob Dylan en español. Sus letras tendentes al ripio que convierten a Sabina en Rimbaud. Su pose rockera basada en toda la retahíla de tópicos (melena, droga, exceso).
Y las canciones clásicas del cancionero pop latinoamericano. Qué decir de algunas de ellas, que parecen diseñadas para ser interpretadas por cantantes decadentes con solapas horrorosas actuando atiborrados de tinte capilar en un triste programa de sábado por la noche en un canal público al que el presupuesto no le da para más.
Canciones casi siempre centradas en affaires amorosos inflamados hasta lo grotesco. "Voy a perder la cabeza por tu amor". A quién se le ocurre.
Y de la combinación de estos dos elementos va y surge un disco inconmensurable. Sublime. Extraordinario. Posiblemente único. Porque la mezcla funciona. Calamaro enguarra las canciones y les aporta un aire canalla y vivido. Y las canciones descabalgan al cantante argentino de esa pose de snobismo solipsista propia de los pesados que se empeñan en estropear la mañana a la gente berreando frente a una terraza.
Si es que es perfecto. Tómese, por ejemplo, el famoso tango Volver, de Carlos Gardel, empleado en una versión de Estrella Morente para la película homónima de Almodóvar. Artificio, sílabas alargadas para alarde técnico, mutilación (¡es un tango!) del ritmo. La versión de Calamaro: sugerente, melancólica en su punto justo. Con ese arranque, esos coros masculinos. La guitarra, la respuesta del bandoneón, el arrastre acanallado de las palabras. Un aire pop respetuoso y nada sacrílego. Creíble y disfrutable. Culpemos al sonido: la producción de Javier Limón pone cada cosa en su sitio sin necesidad de acudir a grandes artificios, no hace falta abrumar con vientos o cuerdas. Guitarra acústica (la del Niño Josele, que aflamenca de forma fascinante lo que toca. Una precisión para elegir siempre lo más conveniente al alcance de pocos. Las canciones quedan equilibradas, lustrosas, y se suceden una tras otra sin que el nivel descienda.
Ni siquiera las tres originales de Calamaro desmerecen, lo que da una idea de la magia que se produjo ahí. Algo contigo, sensual, franca, rabiosa. "Sus ojos se cerraron": otra vez la voluptuosidad del bandoneón, que suena triste pero evocador. Estadio Azteca, original, con ese estribillo cantable y euforizante. "Alfonsina y el mar", dulce y sedante tras el terror de su historia. La mayoría canciones de letra desgarrada entre las que sólo desentona "El arriero", que por sonido y temática folk se desmarca ligeramente. Porque estas canciones, casi todas ellas, parten del desencuentro y del dolor. Un dolor que a veces, casi siempre, nos puede parecer patético e impostado. Pero aquí no. Calamaro hace suyo ese material, su voz en pleno apogeo se integra en las canciones y las hace creíbles fuera de un contexto lánguido y kitsch y el experimento (un repaso a grandes clásicos de tango, bolero y pop latino) resulta encumbrarse como el mejor disco de Calamaro, superar el status de disco de covers y adquirir personalidad, aunque sea a través de la cruel ironía de sonar a Calamaro menos que ninguno. La apoteosis, en la versión de la canción de Rubén Blades que le da título, otorga una despedida a la vez eufórica y emocionante, una declaración de principios justo al final, como si Calamaro reconociera el valor del disco y su papel en él.
si fueras español te diría que qué coño os pasa a los españoles con este cantante. Pero no lo sos, lo cual me dejas aun más perpleja.¿Será lo mismo que les pasa con Fresán? eso es harina de otro costal, anyway. Creo que lo único decente que hizo calamaro en su vida fue su colaboración en el mítico grupo Los abuelos de la nada, allá por los 80´, que te recomiendo. Besis!
ResponderEliminarGrazie mile Selene. No me pasa con este cantante. Es más bien con este disco. De todo lo demás de este tipo no salvo más que un par de canciones.
EliminarMe ocurre lo que a ti Francesc: este disco me encanta, pero el resto de Clamaro ni fu ni fa. Ahora sí que con Los Rodriguez me gusta bastante.
ResponderEliminarSería muy cruel pensar que es porque el nivel compositivo de Calamaro no llega al nivel de estos clásicos, aunque al menos dos de las tres canciones propias incluidas son realmente excelentes.
EliminarHola Francesc. Personalmente no catalogaría este álbum como imprescindible, quizás sí diría que es muy bueno.
ResponderEliminarAhora como argentino me gustaría recomendarte un par de discos que, para mi, son brillantes.
Peperina de Serú Girán (Charly García, David Lebón, Pedro aznar) con temas como: Esperando nacer, Cinema Verité, Llorando en el espejo
Almendra de la banda homónima (Luis Alberto Spinetta) realmente todas las canciones valen la pena. Figuración, Laura va, Fermín, Muchacha..
Por último y no menos importante Artaud de Pescado Rabioso (Spinetta nuevamente) Bajan, cementerio club, todas las hojas son del viento...
Saludos y felicitaciones por los blogs, son muy buenos.
Gracias por los consejos, Juan Ignacio. Las valoraciones son muy subjetivas, ya sabes, y Calamaro (y una producción excelente) en este disco consiguió hacerme olvidar de todos sus deslices y excesos y apreciar canciones que en otros ámbitos hubiera desestimado por lánguidas o excesivamente comerciales, y otorgarles su valor.
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