Valoración: imprescindible
Quizás debería haberme fijado antes. Pero supe por primera vez del Chilly Gonzales pianista a través del show radiofónico de Jarvis Cocker. Porque hasta ese momento solamente conocía la faceta más excéntrica de su música, la de los discos donde colaboraba con gente extraña como Peaches para experimentar con el hip-hop y la electrónica. En el programa de radio del cantante de Pulp oí la adictiva melodía de Othello y no pude menos que indagar sobre este músico canadiense.
¿Con zapatillas? Así se atreve a salir en un respetable programa de sobremesa de la televisión francesa. No lleva su habitual batín, y parece haberse afeitado para la ocasión. Y su flequillo rizado habrá llevado su tiempo controlarlo. Pero lo conocemos. Su pose amable y contenida es otro envoltorio para la más noble de las finalidades. Entregarle al mundo las raciones de su genio. Lo hace de muy diversas maneras: ahora le da lecciones de piano a una presentadora de un evento de música electrónica, atribulada por su falda (aquí), ahora desmenuza en clave musicológica los motivos de hits de la música popular (aquí).
Y, claro, publica discos excelentes como éste. Donde, como muy gráficamente explica el título, solo toca el piano. Vistos los resultados, para comprobar sus cualidades compositivas e interpretativas, tenemos más que suficiente. Porque prácticamente cada una de las piezas cortas (no suelen aventurarse más allá de los tres minutos) que integran este disco parecen estar ahí desde toda la vida. Los aires parisinos las sobrevuelan prácticamente todas, obviamente las que ya tienen títulos en francés, como Rideaux Lunaires, pero la tonalidad nostálgica y evocadora, ya intrínseca al instrumento, filtra por todas partes, como en Kenaston. Pero el disco está lleno de pieza delicadas que van sucediéndose en la preferencia de quien lo escucha. El aire decadente de Wintermezzo, la delicadeza con contrapuntos de Satie de White Keys. Ajeno como soy a valoraciones más técnicas, solo puedo hablar de ese aroma pop y juguetón oculto tras composiciones de corte clásico, a veces escoradas al score o al honky-tonk. Nos hemos hartado de ver música excelente banalizada por su constante uso fuera de contexto, cosa a la que todo está hoy en día expuesto. desde Mozart hasta Debussy hasta los Beatles. De momento, y hasta que sea descubierto por anunciantes de perfume y entusiastas de los aborrecibles talent-shows, Chilly Gonzales está agazapado en una tercera fila reservada a los geniecillos atribulados. Aunque Daft Punk se fijaron en él, y le invitaron a colaborar en una canción de Random Access Memories. Algunos detalles relacionados con esta colaboración pueden verse en curiosas grabaciones como esta o esta, todas ellas muestras tanto de su virtuosismo como de su impagable sentido del humor (y de la teatralidad).
Qué queréis que os diga. El mundo necesita discos como éste y el mundo necesita músicos como éste. Que arriesgan, que unen géneros, que no tienen miedo de franquear barreras constantemente, de conducir sus carreras hacia lugares poco propicios (y, por tanto, ajenos a las ventas multimillonarias), y de mostrarse irreverentes, algo muy diferente de irrespetuosos. Chilly Gonzales seguramente esté la mar de bien así: en un entorno de un tamaño adecuado para que su talento sea reconocido y pueda evitar el mal de alturas. Otra cosa es que yo no esté tan conforme con que tanta gente ignore su talento porque nadie se haya preocupado de mostrarlo. Espero que esto ayude.
¿Con zapatillas? Así se atreve a salir en un respetable programa de sobremesa de la televisión francesa. No lleva su habitual batín, y parece haberse afeitado para la ocasión. Y su flequillo rizado habrá llevado su tiempo controlarlo. Pero lo conocemos. Su pose amable y contenida es otro envoltorio para la más noble de las finalidades. Entregarle al mundo las raciones de su genio. Lo hace de muy diversas maneras: ahora le da lecciones de piano a una presentadora de un evento de música electrónica, atribulada por su falda (aquí), ahora desmenuza en clave musicológica los motivos de hits de la música popular (aquí).
Y, claro, publica discos excelentes como éste. Donde, como muy gráficamente explica el título, solo toca el piano. Vistos los resultados, para comprobar sus cualidades compositivas e interpretativas, tenemos más que suficiente. Porque prácticamente cada una de las piezas cortas (no suelen aventurarse más allá de los tres minutos) que integran este disco parecen estar ahí desde toda la vida. Los aires parisinos las sobrevuelan prácticamente todas, obviamente las que ya tienen títulos en francés, como Rideaux Lunaires, pero la tonalidad nostálgica y evocadora, ya intrínseca al instrumento, filtra por todas partes, como en Kenaston. Pero el disco está lleno de pieza delicadas que van sucediéndose en la preferencia de quien lo escucha. El aire decadente de Wintermezzo, la delicadeza con contrapuntos de Satie de White Keys. Ajeno como soy a valoraciones más técnicas, solo puedo hablar de ese aroma pop y juguetón oculto tras composiciones de corte clásico, a veces escoradas al score o al honky-tonk. Nos hemos hartado de ver música excelente banalizada por su constante uso fuera de contexto, cosa a la que todo está hoy en día expuesto. desde Mozart hasta Debussy hasta los Beatles. De momento, y hasta que sea descubierto por anunciantes de perfume y entusiastas de los aborrecibles talent-shows, Chilly Gonzales está agazapado en una tercera fila reservada a los geniecillos atribulados. Aunque Daft Punk se fijaron en él, y le invitaron a colaborar en una canción de Random Access Memories. Algunos detalles relacionados con esta colaboración pueden verse en curiosas grabaciones como esta o esta, todas ellas muestras tanto de su virtuosismo como de su impagable sentido del humor (y de la teatralidad).
Qué queréis que os diga. El mundo necesita discos como éste y el mundo necesita músicos como éste. Que arriesgan, que unen géneros, que no tienen miedo de franquear barreras constantemente, de conducir sus carreras hacia lugares poco propicios (y, por tanto, ajenos a las ventas multimillonarias), y de mostrarse irreverentes, algo muy diferente de irrespetuosos. Chilly Gonzales seguramente esté la mar de bien así: en un entorno de un tamaño adecuado para que su talento sea reconocido y pueda evitar el mal de alturas. Otra cosa es que yo no esté tan conforme con que tanta gente ignore su talento porque nadie se haya preocupado de mostrarlo. Espero que esto ayude.
Tengo que darte la razón otra vez como con Ocean Francesc....un gran músico desconocido para mi hasta hoy.
ResponderEliminarSaludos
Pues vamos a intentar seguir por ahí. No es que esto esté resultando un éxito abrumador, pero seguiremos adelante.
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