Año de publicación: 2013
Valoración: imprescindible
Así me gusta: sentados en la misma silla y quietecitos con ese aspecto medio travieso de dos hermanos de ¿5-6? años que se portan bien y saben compartir las cosas. Hasta ese ridículo conjunto a cuadros con colores cacofónicos, ése con el que más tarde observarás "mamá, cómo me hacías poner eso".
Portarse bien habrá sido clave, entonces, para que en el futuro Guy y Howard Lawrence, hermanos en tiernas veintenas, publiquen bajo el nombre que les ampara como grupo, Disclosure, un espléndido álbum de música electrónica en su sentido más lúdico y expansivo, este Settle que hoy reivindico aquí.
Lo obvio: los años que los dos hermanos debieron deglutir música para asimilar esas influencias y volcarlas en este disco. Porque Settle tiene la cualidad casi única en música de baile (un género irremisiblemente abocado al 12' o al single como formato) de constituir un álbum sin fisuras, y sin necesidad de recurrir al socorrido de recurso de convertirlo en una sesión de mezcla o incluso una sucesión de mixes. Lo que hacen los hermanos Lawrence es asimilar todo lo que han absorbido no se sabe dónde (hogar, clubs, radios, streaming) y meterlo en este disco. Neo-soul, garage, dubstep, house de club gay, speed garage. Bien digerido y asimilado, con una puesta al día de sonido lo suficientemente respetuosa y fiel para no alinearse con la vulgaridad imperante en un género en que toda música parece igual en función de quien la produce y remezcla.
Entonces Settle acaba convirtiéndose en un extremadamente placentero viaje al pasado sin necesidad de desempolvar viejos vinilos. Un pasado que empezaría en 1989, en Detroit o en New York. Ejemplo de ello: el inexorable house de falsetto de January parece una revisión de toda la discografía de Ten City. Y a partir de ahí, y siempre con cierta tendencia a potenciar la sensualidad de los géneros, todos irán cayendo, contagiados por un cierto aire pop que confiere a las canciones una combinación única: inmediatez en sus ganchos y perdurabilidad en su desarrollo. La elección de los cómplices vocales tampoco de antoja gratuita. No les importa acudir a lugares poco comunes. Así una estrella del pop vocal como Eliza Dolittle hace su aportación en You & Me, irresistible píldora pop que se alza con un curioso mérito, el que la fascinante remezcla de Flume casi eclipse al tema original. O Sam Smith, aportando calculado histrionismo al elegante ritmo de Latch. A pesar de ello, Settle no parece concebido como un álbum de singles. Tiene coherencia como conjunto aunque el brillo de las aportaciones parezca empujarnos hacia ciertas canciones en concreto. Otro single, White Noise, cuenta con la voz felina de Aluna Francis, de AlunaGeorge jugueteando entre ritmos, y "regalándonos" uno de los momentos del disco: la fase instrumental que precede a la segunda entrada del estribillo es toda una declaración de principios. Somos Disclosure, hemos invitado a un montón de vocalistas, son importantes, pero esta es nuestra música, este es nuestro ritmo y esta es la oleada de bajos sintetizados que queremos regalaros. Un momento definitorio, una cumbre eufórica y hedonista, un lapso de brazos al cielo y celebración. Y hay más: Defeated, elegante y minimalista, Second chance, con sample de Kelis, hipnótica y levitante, y, para mi gusto, el mejor tema del disco, Voices, que nos hace añorar los tiempos del speed-garage, aquel lejano momento final de la eclosión de la música electrónica. Justo antes de que las etiquetas la convirtieran en un rótulo en los estantes de las grandes superficies y patanes como David Ghetta la convirtiesen en una música funcional para usar y tirar.
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