domingo, 28 de agosto de 2022

Ed Maverick: MPLLETC

Año de publicación: 2018

Valoración: bastante recomendable

Como muchos, supongo, la primera referencia de Ed Maverick que tuve en mi vida fue a través de su intervención en El madrileño, gloriosa canción en la que su poderosa voz sonaba y contrastaba, e incluso su intervención en el video resultaba curiosamente fascinante. Sobre todo cuando uno se entera que el hombre en cuestión es apenas un muchacho de algo más de veinte años. 

Y claro, la voz: el mexicano dispone de un contundente registro vocal grave y dolorosamente seguro, para nada el propio de su edad y de su, especulo, escaso bagaje vital. Aún así, este su primer disco, en realidad catalogado como mixtape resulta adecuado en el contexto de angustia teenager (MPLLETC es el anagrama de "Mix para llenar en tu cuarto") y las temáticas de las letras encajan en ese perfil ligeramente ingenuo de amores locos o amores no correspondidos, circunstancia que le debe haber procurado no pocos adeptos que se identifican con ese perfil: el adolescente (rango de edad cada vez más extenso) que se encierra entre cuatro paredes a mortificarse sobre la cruda realidad y los golpes que esta le depara en forma, básicamente, de desengaños sentimentales. Ese es un detalle que allana algo las canciones, junto a una decidida actitud do it yourself que redunda, junto a la sencillez de los arreglos, en una especie de sensación unitaria que, seguramente, sería algo agobiante si el disco se extendiera, pero es apenas media hora de canciones encabezadas por Fuentes De Ortiz, seguramente en su producción (áspera pero efectiva) y en su video debió irse la mitad del presupuesto. Y cómo marca el tono, hasta el punto de que alguna de las otras canciones acaba reproduciendo su estructura, lógico cuando la presentación es básica: guitarra y voz, en distintas tesituras de producción, incluyendo un descarado lo-fi o pequeños remedos de hits como Acurrucar - maticemos lo de pequeños, con cientos de millones de visitas, aunque en algún caso puede en karpe diem abandone el entorno folk y, aunque sea por necesidad de abandonar su zona de confort, coquetee con ese nauseabundo género que es el pop-rock. Vamos a confiar en que sus trabajos posteriores sepan mantener la esencia de lo mejor de este disco y no se deje contaminar en exceso por la abulia mainstream.

domingo, 21 de agosto de 2022

Françoise Hardy: La question


Año de publicación:
1971

Valoración: casi imprescindible

Sin pretender parecer superficial, he de empezar mencionando la condición de Françoise Hardy (en la actualidad, poco menos que reivindicando ser eutanasiada por los terribles dolores derivados de una complicada enfermedad) de persona más cool del universo justo en ese punto álgido en el que este disco se publicó. Una definición prácticamente imposible de sostener de forma objetiva cuando era bastante sosa ante cámara y tampoco era una persona muy activa en lo social. Pero incluso limitándose a estar era un icono absoluto e indiscutible.

La question es un disco casi a la antigua usanza. Doce canciones (seguro que seis por cara en su día), apenas media hora de música sin que ninguna canción llegue a los cuatro minutos. Creado en gran parte junto a Tuca, guitarrista y compositora brasileña prematuramente desaparecida, cuya guitarra en primer plano en el canal izquierdo domina en la mayoría de las grandes canciones que este disco alberga. Aunque yo hubiera elegido una canción diferente que Viens para abrirlo, una buena canción a la que aprecio un sonido algo abigarrado en la producción, el disco entra rápidamente en su sonido en La Question, colosal canción que ya empieza a transpirar, esos acordes, el tono casi irreal que el disco no abandonará, y uno podría decir que esa pose, esa languidez, a estas alturas resulta conocida y sobreexplotada, pero oh la la, resulta que Hardy estuvo allí primero, incluso aportando algo un poco extraño como Chanson d'O, prácticamente un susurro inarticulado, o Le martien, con esa especie de susurro acompañando, que alejan el disco del entorno de cantautor y lo elevan a esa especie de ámbito irreal. He de agradecer la inclusión de Si mi caballero en una histórica sesión para The Blue Room a cargo de Goldfrapp para penetrar en este disco y no puedo evitar recordar algo el último - hay algo injusto en que haya sido tan unánimemente ignorado - disco de Arcade Fire cuando oigo la sección de cuerda en Rêve, otra vaporosa canción que cierre el álbum entre deliciosos arreglos y la dulce voz de Hardy, no exactamente una cantante virtuosa, más bien un absoluto mito capaz de recrear un ambiente con un simple fraseo.


domingo, 14 de agosto de 2022

Depeche Mode: The Singles 81 - 85


Año de publicación: 1986

Valoración: casi imprescindible

Aún en activo, cuatro décadas después, sería injusto olvidar la colosal ristra de singles publicada por el cuarteto de Basildon antes de su colosal trío de álbumes ya reseñados aquí. En una época de efervescencia creativa, se permiten el lujo de publicar un recopilatorio (costumbre, por cierto, en desuso) que muestra su capacidad de generar hits como si fueran a pasar a otro nivel completando discos de gran formato... pero el grupo ya había publicado cuatro LPs, el futuro de la banda había sido fugazmente puesto en duda tras el abandono de Vince Clarke, y su sonido se había convertido en familiar para el gran público.

Y repito: sería injusto incluso aunque algunas de estas canciones hayan sufrido una cierta sobreexposición, quizás porque alguna de ellas pueda parecernos demasiado sencilla estructuralmente. Pero, gracias al estricto orden cronológico del disco, la evolución de la banda se aprecia, y es estratosférica para un periodo tan corto. Nada tiene que ver la sencillez de Dreaming of Me - Kraftwerk con acné - con la cálida candidez llena de claroscuros de See You - que puede conservar a los alemanes como referencia, pero que ha desarrollado su propia línea de progresión. La banda empieza a disfrutar de un status homologable con la parafernalia rock - aparece el cuero, el pelo largo, las drogas duras y su sonido se vuelve denso y más diverso. La estética y las letras de canciones como Master And Servant, o People Are People, tantea con lo industrial, ya no son post-adolescentes con cardigans imposibles, son una banda que emplea sintetizadores en vez de guitarras y que coquetea con lo gótico sin el menor problema en Blasphemous rumours. Aunque sus trabajos en larga todavía podían acusarse altibajos, sus singles eran inapelables, su productividad, descomunal, incluso se permitían lujos Shake the Disease, celestial, no llegó a incluirse en ningún disco largo oficial.

domingo, 7 de agosto de 2022

Ryuichi Sakamoto: Sweet Revenge


Año de publicación: 1994

Valoración: bastante recomendable

Vamos liquidando deudas inexplicables de este blog. Con Ryuichi Sakamoto, por ejemplo, al que curiosamente di cobertura a su biografía pero no aquí. Fundador de la Yellow Magic Orchestra, en los lejanos e influyentes momentos del bullidero synth-pop, posteriormente asimilado gracias a su prestigio y su formación clásica, como compositor para películas, para eventos, colaborador con lo más granado de la vanguardia musical, experimentador sin descanso, publicando música sin someterse a los dictados de las ventas, únicamente llevado por su inquietud creativa.

Lo cual convierte en un placer hurgar en su obra, y he de decir que podría haber elegido al azar con total seguridad de encontrar algo brillante e inspirador. Sweet Revenge se publicó en 1994 en medio del aluvión trip-hop, el músico japonés supo adaptarse sin mimetizarse y eligió colaboradores vocales para desenvolverse en piezas que van desde el soul suave hasta el r'n'b amable, una secuencia en la que desfilan voces casi anónimas y en la que brillan en particular dos piezas: Love And Hate, donde Holly Johnson aporta más creatividad y actitud vocal que en toda su carrera post FGTH, y Sweet Revenge, pieza central que titula y desborda el disco con sus aires cinemáticos, sus cuerdas suntuosas de poderosa carga emocional, centro que domina el trabajo y disculpa que algunas partes de este material suenen un poco planas, como si el músico se viese forzado a adaptar su música a la corriente imperante y el experimento tuviese distintos niveles de éxito. En cualquier caso, todo está en su sitio, la ejecución es impecable y nadie puede decir que esta música, con su elegancia y su devoción por el detalle, sea otra cosa que un trabajo meticulosamente preparado.