domingo, 3 de mayo de 2020

Air: 10000 Hz Legend


Año de publicación: 2001

Valoración: bastante recomendable

Air se las apañaron para rodear el cruel juicio que suele suponer el duro síndrome del segundo disco, más cuando se trata de bandas que han inaugurado sus carreras con álbumes definitorios como Moon Safari. Lo hicieron gracias a Sofia Coppola, que les encargó la banda sonora para The Virgin Suicides facilitándoles una especie de tanteo. Ahí ya rompían con los sonidos atmosféricos y empezaban a ceder a las partes vocales, pero lo hacían escudados en las necesidades de las bandas sonoras: temas melódicos fuertes, intercalado de música incidental, eventuales vaivenes estilísticos relacionados con las imágenes a las que prestar soporte sonoro.
Entonces con 10000 Hz Legend, este sí oficial segundo álbum de estudio de la banda, algo del camino a tomar ya se había adelantado. Portada eminentemente americana, colaboradores de cierto renombre (Beck, por ejemplo), el grupo era consciente de que a un grupo que ha renovado el sonido se le va a exigir mucho. Pronto acusamos el golpe: Electronic Performers se abre a golpe de falsos riff de guitarra y, más de un minuto tras empezar, muestra bien a las claras. Este es un álbum vocal, las voces serán casi omnipresentes en los tracks, y serán voces de todas las procedencias: reales, pasadas por vocoder, orientales, generadas por software. Un signo de ruptura, no esperemos caricias vocales a lo Françoise Hardy. De hecho las influencias aquí son completamente diferentes: no busquéis aquí a Bacharach/David, a los Beach Boys, porque este es un disco más sucio, más abigarrado, menos reconocible en lo sonoro, quizás el prog-rock, quizás el kraut-rock, puede, la portada pesa, algún espíritu ligeramente country'n'western perceptible en ciertas letras. El disco es irregular, alterna ejercicios fascinantes de abstracción indefinible como Radian, lo más parecido a Moon Safari y una de las mejores piezas de la carrera del dúo junto a malas asimilaciones de pop como Radio # 1, alterna momentos reflexivos con aires fronterizos como  The Vagabond, donde Beck aporta sus vocales algo desganadas. Sex Born Poison, otra canción importante, se contonea entre aires íntimos hasta que irrumpen los vocales en japonés (adelanto de ciertas influencias de discos posteriores), momento en que la canción se convierte en una especie de crescendo cacofónico de aires épicos, alzándose en una especie de cumbre del disco, junto a Wonder Milky Bitch, especie de oda a la felación cantada por vocales sintéticas, entre sonidos twang e idas y venidas de secciones de cuerda. 
En definitiva, un disco que, parecía, casi inconscientemente, programado para alejar a buena parte de la gente que se había acercado a la banda en búsqueda de opciones chill out. Quizás más adelante se arrepentieran de hacerlo con tanta contundencia, pero menuda patada en la espinilla.

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