domingo, 19 de abril de 2020

Electribe 101: Electribal memories


Año de publicación: 1990

Valoración: muy recomendable

Si en ciertos niveles se habla de one hit wonders para ciertos artistas de fugaz aparición en primera línea de la popularidad (aunque sea justo al contrario: excelentes artistas de oscuras carreras que alguna vez la abordan casi contra su voluntad), para explicar lo de Electribe 101 el término casi habría de ser nuevo. Porque, y ya han pasado 30 años, el grupo se reunió, publicó un disco excelente lleno de clásicos underground, y se volatilizó, entrando todos sus miembros en proyectos posteriores que tuvieron desde luego muy escasa repercusión. Billie Ray Martin, vocalista, probó suerte en una carrera solitaria basada en música oscura y algo teñida de esoterismo (versionó a Throbbing Gristle, aunque acabó probando suerte con algo parecido a disco pop casi bailable), y el soporte instrumental se recicló en bandas como Groove Corporation, ya casi centradas en la corriente ambient-dub.
Nada tiene que hacernos olvidar que Electribal Memories único LP, es un disco adelantado a su tiempo y que aún hoy suena potente y actual. Se trata de incorporar las ardientes influencias del house y la electrónica de la época, bajar los beats, inflar los bajos hasta el alcance de los altavoces, importar el esquema pop adaptando la estructura y los tonos a la poderosa voz de la cantante, aportar no pocas influencias del sonido dub: ecos, vacío, elusión de la saturación en rangos auditivos, conformar algo que era a la vez excitante y relajante, pero con un trasfondo turbio, tan indescriptible como la pura imagen de la portada, una escultura (o una modelo untada de barro multicolor), ataviada con algo que tan pronto puede parecer bisutería post-moderna como cadenas reales o algún tipo de accesorio tribal.
El disco dispone de nueve canciones pero ediciones posteriores han añadido a su formato algunas de las excelentes remezclas y tomas adicionales que la corta carrera de la banda dio para aportar. Canciones largas, promedio por encima de los seis minutos, un sonido personal e uniforme que hay que escuchar para comprender; artistas como Madonna o incluso Lady Gaga beben tres décadas más tarde de esa fuente aún sin saberlo, y ciertos recopilatorios de chill out ahondaron en su despiste incorporando algunas de ellas por el simple hecho de ser música fascinante adaptable a muchas situaciones. Se permitieron incluso adaptar un clásico menor del funk disco, Inside Out, adaptación que resulta sorprendente, la voz de Martin ap.lasta el falsetto del original y lleva la canción al terreno del disco. El material propio no palidece: Talking With Myself nos despeja algo el misterio de las cadenas, y con su préstamo de misión imposible nos muestra a aquello que parece una dominatrix que ha tomado el micrófono en una especie de actualización de Propaganda.Tell Me When The Fever Ended da para mayor lucimiento vocal, pero ese es el único exceso: el colchón instrumental sigue ahí con los tres tipos abocados en sus teclados (cuestión meramente práctica, pero obvia influencia de Kraftwerk) y Martin desbocada haciendo alarde, y el disco, al que quizás puede achacarse cierta uniformidad, es un catálogo de sonido profundo, meditado, influyente, desde luego, mucho más de lo que uno esperaría de una banda de tan breve recorrido.

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