Año de publicación: 1999
Valoración: imprescindible´
Valoración: imprescindible´
Pues murió Andrew Weatherall. Por sorpresa, a una edad desde luego temprana, de una embolia pulmonar y aún en activo. Una actividad que, voluntariamente, se desarrollaba alejada de la primera línea, situación que Weatherall había ido eligiendo a lo largo de su carrera, y ahora nos quedaremos sin saber si esa aversión a la popularidad respondía o no a una voluntad de preservar su talento de interferencias. En este blog ya habíamos hablado del Weatherall productor para Primal Scream (solo por esa experiencia ya merece un sitio destacado en la evolución de la música como hoy la concebimos), del Weatherall como músico, contaminando de dub marciano los tugurios portuarios de alguna ciudad británica, y conmemoramos su desaparición con la tercera vertiente del autor: su descomunal carrera como DJ, siempre atento a lo que acontecía y sin casarse con un género y explotarlo hasta la extenuación. Weatherall no era Paul Oakenfold o Sasha o Paul Van Dyk y su inquietud por probar con todos los estilos, desempeñarse de forma magistral en todos ellos, demostrar osadía, eclecticismo, desinhibición. Dudaba a la hora de elegir entre todas las sesiones que publicó, y finalmente me quedé con una terna de trabajos igualmente gloriosos, así que no olvidemos Cut The Crap, sesión dedicada al trip-hop más abstracto ni su selección del catálogo de Force Tracks en Hypercity, este dedicado al breve pero influyente movimiento click'n'cuts, la definitiva reduccíón al mínimo del sonido electrónico, la búsqueda del espacio entre huecos, la definitiva entronización de la textura como último escenario para el creador. En Live at The Social nos encontramos a Weatherall al mando de una sesión de deep-house casi primigenio. Basada en los grandes sellos del género (Paper, Soma, React) con artistas prácticamente anónimos (una de las funciones que daba sentido a los DJs de entonces, no pinchar material conocido y reconocible sino escarbar en las profundidades de los catálogos a la búsqueda de gemas) y transiciones no siempre depuradas, Weatherall no pretendía ser un prodigio técnico sino un mero presentador de tracks, todos ellos, notables ya no solo en el encuadre de un género que tardó no más de un par de años en caer en barrena, sino desde un punto de vista objetivamente musical. Hablamos de una sesión espaciosa, sensual, llena de momentos minimalistas, de progresión constante, de entrega al oyente. Una cumbre evidente que acaba de la manera más genial: Ryuichi Sakamoto y los gloriosos últimos minutos de Sheherezade, cuerdas sintetizadas bajo ritmo estático, genial colofón con el que nadie pudiera pensar que un DJ enviara la gente para casa. Salvo los genios, claro. Descansa en paz, Andy.
Puedes oír la sesión entera aqui.
Puedes oír la sesión entera aqui.
Otro genio que se nos va. Llevamos una racha últimamente...
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