domingo, 21 de febrero de 2021

Saint Etienne: Tiger Bay

Año de publicación: 1994

Valoración: muy recomendable

Puede que, en su momento, este tercer disco del trío británico desconcertara a su público, pero resulta que el tiempo ha obrado a su favor y Tiger Bay acaba siendo el mejor disco de la trayectoria del grupo por pura media matemática de la calidad de las canciones que lo integran. No porque Foxbase Alpha o So tough fueran discos desdeñables, sino porque, en su obsesión de convertirse en discos emblemáticos de inicio de carrera y en su vocación manifiestamente british sacrificaban cierto fondo a costa de la forma e incluían, aunque fueran aislados, detalles que distraían de lo meramente sonoro. 

Y Tiger Bay empieza por ahí: muestra contrastes pero estos se deben a la brutal variedad de su contenido: la voz de Sarah Cracknell parece reservada exclusiva para explotar en la faceta más pop del disco (pop de 1994, no de 1968) y apenas aparece en la mitad del disco, cediendo protagonismo a los números instrumentales que, declaración de intenciones, empiezan a marcar terreno abriendo el disco, primeros segundos en que ya se pone de manifiesto la influencia de la colaboración de Rick Smith, de Underworld, que aporta programaciones y es clave en la repentina escalada a lo contemporáneo del sonido del disco. No hay jingles radiofónicos, no hay tendencia retro, sino una ambición de presentar capacidad sonora aunque sea a costa de sacrificar la cohesión del disco, que se resiente, claro, de esa alternancia de sonidos de pura electrónica (con influencias que van desde Kraftwerk hasta el dub) con canciones delicadas y casi bucólicas, no olvidemos que el disco toma prestadas melodías folk (veáse la curiosa portada de tonos kitsch) y que esta combinación puede ser desconcertante para su ejército de fans de los dos primeros discos, aunque lejos de menospreciarlos: los tres singles extraídos así lo manifiestan. Pale Movie, puro eurodisco que parece destinado a Karaokes de Benidorm a las cuatro de la mañana, la euforia casi festivalera de Hug My Soul, o las secuencias rítmicas de tonos eufóricos (ese break!) de Like a Motorway a. Pero los instrumentales pavimentan el disco, lo conglomeran y lo elevan no solo por su eficacia sonora sino por la desmostración de valentía: el trío huía corriendo del estigma (dos nerds + una vocalista atractiva) y se consolidaba como un trío de músicos inquietos y permeables a todo lo (mucho) que pasaba a su alrededor.

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