domingo, 15 de septiembre de 2019

Roxy Music: Avalon


Año de publicación: 1982

Valoración: clásico hasta decir basta

Avalon (el título no aparece en la portada) es el último LP de la carrera de Roxy Music. 
También es el más vendido y popular, y sus canciones, reproducidas hasta la saciedad en los montones de infectas cadenas de radio musicales (los antepasados de las playlist ejecutadas por algoritmos en los servicios de streaming) dedicadas al rock clásico, a la música suave, al muzak, al AOR.
Sí, estas canciones encajan en muchos sitios, quizás los componentes del grupo pensaran en ello, en que su disco era ya tan universal, que no publicaran una sola nota de música más como colectivo. Cerraron así la segunda etapa del grupo, que se abrió con el pseudo-underground Manifesto, regresó al glamour - demasiado embutido entre versiones ajenas - en Flesh + Blood y encuentra en este disco su inesperado colofón. Un guerrero, desconocemos su género, contempla el cielo con un halcón asido a su puño derecho.
Pocas bandas se permiten ese lujo, cerrar su carrera cuando alcanzan su disco más popular, cuando la palabra decadencia no parece otearse en el horizonte, cuando su público se expande.
Avalon es un disco marcado por el romanticismo. Recordemos que en esa época Inglaterra estaba sacudida por la irrupción movimiento de corto recorrido musical pero amplia repercusión estética llamado new-romantic. Quizás podamos recordar también algunas de las pintas que Roxy Music se marcaba en su primera época, purísimo glam-rock cargado de plumas, lentejuelas y brilli-brilli. Con Brian Eno, más parecido a Aless Gibaja que al venerable señor que es ahora, después de haber producido algún que otro clásico. Pues bien, la banda ejecuta un disco completamente perfecto en su ejecución, apenas 40 minutos de música rica, sofisticada, vaporosa, dominada casi al completo por las baladas y medios tiempos que no se permiten estridencias, salidas de armonía, notas fuera de sitio, solos de guitarra o saxo abigarrados. Todo es limpio, pulido, casi hirientemente bello, casi incoherente con esos discos iniciales llenos de efectos y ruiditos, ahora un sinte ahora un saxo, ahora un coro.
Abrir el disco con More Than This, elegante y matizada melodía con Bryan Ferry alargando las sílabas ("as free a-as the-e wind") es una apuesta segura, un perfecto número pop con teclados y guitarras conviviendo en armonía, a veces tan perfecta que nos preguntamos si esto es Roxy Music o Steely Dan, entendedme, nada que ver en el espíritu. The Space Between amaga con ecos funk, la guitarra de Manzanera coquetea con aires a lo Chic mientras el saxo de Andy MacKay (parece doble) marca cierto ritmo casi atlántico. Avalon, el video, nos presenta a Bryan Ferry que parece una parodia de sí mismo, con su pose afectada, su uniforme de camarero de boda, todo ese aire que hoy se nos antoja casi risible, como si quisiera recuperar el lugar en el pódium dandy que podrían disputarle, desde lados opuestos, David Sylvian de Japan o Martin Fry de ABC.
Curiosamente, poco se promocionó la mejor canción del disco,  Take A Chance With Me, dinámico número anclado a una prolongada intro instrumental (el enemigo número 1 de la radiofórmula) que curiosamente entronca con las dos cortas piezas no vocales del disco, sucintamente tituladas India y Tara. Oculta entre las dramáticas baladas que concluyen el álbum (solo 10 canciones, el CD aún se veía como algo incierto y lejano), su tono épico y ligeramente dramático resulta curiosamente concluyente. 
Puede que la banda viera el disco como un laberinto del que no podía salir. 
Puede que Ferry anduviera  demasiado pendiente de su carrera en solitario. Cuesta distinguir algunas de estas canciones de las de sus dos siguientes discos, especialmente Bête Noire, con sus arreglos meticulosos, su protagonismo vocal y su regusto machistoide, dificil de justificar ahora esos videos llenos de modelos posando a los pies del macho alfa, condición que cierto posterior incidente en un avión no hizo más que confirmar.
En cualquier caso, si eres uno de los pocos seres humanos que no ha oído aún alguna de estas canciones, el disco es un magnífico artefacto sonoro evocador de elegancia, sofisticación, lujo, no lo neguemos, toda una serie de sensaciones ya algo trasnochadas. Pero en su estructura, en su esqueleto desnudo, es un disco inapelable.

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