Valoración: recomendable
He de reconocer que las valoraciones elevadísimas que recibe este disco en sitios tan heterogéneos como Pitchfork, Jenesaispop, o Metacritic (si bien esta última valoración no es más que una esencia de otras muchas) son no solo lo que me han hecho prestar atención a este disco sino incluso reiterar las escuchas a la búsqueda de los motivos de tanto entusiasmo. Paradójicamente, la respuesta acabo de encontrarla de forma contundente. Uno de esos sitios le asesta un contundente 9,8/10 de puntuación al disco y considera a Describe la mejor canción de lo que califica como una obra maestra.
Y yo considero que esa canción, segunda en el tracklisting del disco, es un horror, que su inclusión desgracia el tono en que el disco ha empezado su incursión, y que es el punto de desequilibrio en contra. Mejor que el oyente juzgue, que tenemos video y todo, aquí.
Me explico: Perfume Genius es Mike Hadreas, un músico norteamericano que ya cuenta con unos cuantos discos y que, sabéis como odio haber de etiquetar/clasificar/definir, podríamos decir que tienen una consistente carrera en lo que podríamos definir como música queer. Que es otra lamentable etiqueta que parece que obligue a reivindicar la música straight y desde luego este blog no va por esos derroteros. El disco se ha iniciado con una brillante y vibrante (perdonad la redundancia, pero es que aquí hay vibratos para parar un tren) Whole Life, quizás algo afectada e inspirada en potentes crooners sensibles como Roy Orbison o Chris Isaak (con el que por cierto Hadreas guarda cierto parecido), pero eficaz en su inclusión ahí, es música inflamada, intensa, de un dramatismo algo histriónico y que se define sensible, elaborada, intensa. Y aunque quizás si todo el disco, todas esas trece canciones, mantuvieran el tono, quizás entonces nos quejaríamos de un exceso en toda regla, de una suerte de Antony and The Johnsos actualizados y elevados al extremo. Pero es que lo que sucede a continuación viene a corroborar la paradoja: cuando Hadreas sale de esa zona de confort (algo constante en el disco), lo vemos incómodo. La guitarra saturada en Describe lo muestra, en el mal sentido, como pez fuera del agua: sin matices, sin melodía, sin clímax, la canción es un riff saturado con un tipo intentando impostar una dureza que no le sienta bien, una especie de mala digestión de influencias discutibles. Y a ese vaivén nos condena el disco: canciones excelentes, como Jason, con ese falsete al extremo en una delicada pieza que retrotrae a Serge Gainsbourg, a Air, a Broadcast, con un juego instrumental delicioso que cubre el exceso vocal y lo equilibra, o Leave, que evoca (y alguna pieza más recrea esa sensación, y ni eso consigue que me pronuncie decididamente por recomendar demasiado el disco) a los Goldfrapp más retorcidos y cinemáticos, o One More Try, otra vez Orbison al mando, se combinan con malos experimentos de Hadreas, intentos de ampliar la base. On the Floor tiene, aparte de un juego de guitarras mal ecualizado, la cualidad de recordarme a partes iguales a Billy Ocean y a Paloma San Basilio: un deprimente intento de hacer pop bailable al estilo de los 80 que merece el mismo infierno que el pop bailable al estilo de los 80. En Your Body Changes Everything la voz y el ritmo pretendidamente industrial se quedan en los Erasure de la eterna decadencia. Quiero decir: el objetivo de Hadreas es loable, sus resultados, discutibles precisamente cuando se empeña en poder gustar a todo el mundo. Este disco, despojado de esas salidas de tono y del territorio dominado, podría haber cuajado como una obra sobria y profunda de 8-9 canciones. No quiero decir, el skip ayuda, que no sea disfrutable de ese modo, pero una vez acometida su valoración como álbum, como unidad que el músico presenta, me resulta tan notablemente desigual que mi recomendación es contenida y relativa. Qué le vamos a hacer.
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