Valoración: Imprescindible
Año 1993, Donostia, una fotografía borrosa tomada en la playa, dos nombres (Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea) y un disco inolvidable que, a la postre, sería el único disco del dúo. Y tal vez fuera mejor así porque me resulta difícil creer que hubieran podido hacer otro disco a la altura de "Un soplo en el corazón".
No me enrollo más. Decía que estamos en el año 1993. Son los albores del Donosti Sound y grupos como La Buena Vida o Le Mans ya andan haciendo sus pinitos por ahí. La melancolía y el "clasicismo" de su sonido y el tono naif de sus letras son sus principales señas de identidad. En en ese contexto en el que se publica este disco, llamado a ser uno de los discos fundamentales del "indie" en español.
Desde luego que "Un soplo en el corazón" está emparentado con los primeros discos de La Buena Vida, de Le Mans o con los discos de Aventuras de Kirlian, pero hay alguna pequeña diferencia.
Para empezar, en "Un soplo en el corazón" los sintetizadores tienen un peso fundamental y llegan a imponerse por momentos a las guitarras que tanto abundan en el disco. De hecho, podríamos encuadrar este disco dentro de la categoría "tecno-pop" y sus influencias lo acercan más a discos de New Order o los Smiths que a los de los Beatles o los Beach Boys. Es, en ese sentido, un disco algo más "moderno" sin perder un ápice su carácter atemporal.
Además, las letras de Family, manteniendo ese toque naif, son mucho más poéticas. Su capacidad de sugerir imágenes es infinitamente mayor que la de otros grupos de su época y entorno. Cierto es que a estas alturas de la vida nos damos cuenta de que las letras, en ocasiones, bordean lo "cursi" o lo "ñoño", pero hay algo que las salva, algo en la voz de Aramburu (me recuerda tanto a un Morrisey sin el ego de Morrisey!) y en las elegantes melodías que hacen que no desentonen para nada en el conjunto. Ahí va algún ejemplo:
"Dibújame una noche llena de cohetes naranjas. Yo te daré las estrellas y tu las pintarás de plata. Píntalo todo de plata si nos vas a dejar"
"Volverá con su piel color membrillo bordeando en equilibrio toda la piscina por amor"
Si nos centramos en los 14 temas que componen el disco, hay algunos que son verdaderos himnos: "Nadadora", "El buen aviador", "Dame estrellas o limones" y, sobre todo, "Viaje a los sueños polares" son temas que creo que jamás me cansaré de escuchar y que deberían figurar en cualquier antología sobre el POP de los 90. Son canciones de apenas tres minutos, preciosas tanto en sus melodías como en sus letras. Vamos, la definición perfecta de la canción pop.
Pero no quiero centrarme en las canciones. Prefiero quedarme con el tono general del disco, con las sensaciones que trasmite y las imágenes que sugiere. En mi caso, siempre me devolverán a la adolescencia y "primera juventud", a las grises tardes de frío y lluvia en las que discos como este aún tenían la capacidad de hacerte reir, saltar o bailar, de detener el mundo y llevarte lejos, a sitios como "el fondo de ese mundo del que me has hablado tanto, paraíso de glaciares y de bosques polares, donde miedos y temores se convierten en paisajes de infinitos abedules de hermosura incomparable... DONDE SIEMPRE TE QUERRÉ".
Hola Koldo, buena reseña, disco imprescindible de la música española de los últimos tiempos y me atrevo a decir de la historia. Conste que el pop dulzón y las letras ñoñas no son lo que más me gusta, menos aún los sintetizadores, pero mantengo mi afirmación. Cuento cómo conocí a este dúo: la revista RDL sacó un CD como homenaje a este album, con versiones de varios grupos: alucine en colores, que melodías más sencillas y pegadizas, que letras tan, naif sin duda, pero llenas de poesía y evocadoras. Claro, tuve que buscar el álbum original, para saber si estaba " a la altura de las versiones" y sí que estaba, muy bueno. Muy buenos ambos. Un verdadero descubrimiento. Pop de verdaderos orfebres. Me recuerda al primer álbum de Nostrash "Popemas"...esas canciones tan evocadoras, de tardes de verano, de hierba y sol, pop luminoso, dulce y muy hermoso.
ResponderEliminarHola, Sir Robin:
ResponderEliminarConozco el disco del que hablas solo por dos versiones: la "Nadadora" de La Buena Vida (respetuosa hasta el extremo con el original) y el "Viaje a los sueños polares" de La Casa Azul (igual aquí Guille estaba hipervitaminado e hipermineralizado, no sé). Desde luego, nada como el original.
En cuanto al disco de Nosotrash, lo veo mucho más alegre que el de Family, pero tb me gustaba. Ya ves, hubo una época de tontipop con Los Fresones Rebeldes, La Casa Azul, Meteosat... Y me la tragué entera!
Cosas de la edad.
Un abrazo
Estupenda reseña y buenos recuerdos de aquellos grupillos de modernos que desde la Bizkaia heavy se miraban con malos ojos.
ResponderEliminarY una pregunta, tú que eres entendido: puedes recordar a un grupo también giputxi llamado 'La Vieja Escuela'? El gran Pablo Cabeza ponía un montón de ves la única maqueta que tenían, con un tema fascinante que se llamaba 'Canciones de fuego' o algo así. No era exactamente el pop del Donosti Sound, sino un sonido más oscuro, rondando el after-punk, Décima Víctima, Joy Division o esas cosas. Por ninguna parte encuentro nada de aquella gente, que desapareció sin más, y empiezo a pensar que lo he soñado. Pero no.
Entendido? La verdad que no había oído hablar de "La vieja escuela". En cuanto a lo que comentas, los giputxis siempre han sido más modernos, sí. Y lo de salir de fiesta por ahi y entrar a sitios en que solo se ponía a Platero, Extremoduro, etc... Lo odiaba, joder! Exquisito que siempre ha sido uno.
ResponderEliminarUn abrazo!!