Año de publicación: 1980
Valoración: imprescindible
Venga: han pasado casi cuarenta años y poca gente nos hará caso. Seguramente nadie llegue a ofenderse si resulta que decidamos finalmente una valoración que no guste. La cuestión es que hemos de averiguar si Closer es el mito que es y Joy Division son los mitos que son si, solo si, Ian Curtis no se hubiera colgado aquel día tras ver Stroszek y pocos días antes de que este disco se publicada.
No es fácil. El mito se constituyó tan súbitamente que aún me recuerdo una tarde en la breve pero memorable tienda Star Records en la calle Pau Claris de Barcelona. Una tarde de sábado, día oficial de la compra de discos, junio de 1980 o así debía ser y yo volviendo a casa orgulloso con mis copias en vinilo de Closer y el maxi-single de Love will tear us apart, ese con portada negra con motivos igualmente funerarios. Un vinilo, creo recordar, que pesaba lo suyo (detalle que aportaba cierto pedigree: discográficas como Hispavox racaneaban entregando discos que parecían irse a fundir daliniamente) y un orgullo obvio de estar a la última.
Recuerdo que el aire percusivo de Atrocity Exhibition (entonces no sabía quién era Ballard) me desconcertó pues yo esperaba un disco triste y oscuro desde la primera nota. Pero esa guitarra inflamada, ese fraseo desafiante de Curtis no tenía un efecto fúnebre inmediato: más bien parecía apelar a cierta marcialidad, una cierta agresividad desesperada que venía certificada por la inmediata irrupción de Isolation, más dura aún, anticipando toda la carrera de DAF, destellos de sintetizador sin ninguna intención de mostrar calidez. Pasada esa poco acogedora entrada, el disco se sumergía en ritmos más calmos y ahora la sensación de volatilidad sí era palpable. Tiene algo de lisérgica, con el único regreso a los ritmos, esta vez maquinales, para adelantarse a New Order en A Means To An End, las canciones pasan a tener una tonalidad algo más uniforme, el espacio toma el poder y la producción de Martin Hannett se hace cargo de bajos, ecos, situar la voz de Curtis, una voz de vísceras, capaz de transitar de la suavidad al grito en apenas un par de notas, situarla en primer plano y dotarle, pero la repercusión de los hechos seguro que tuvo mucho que ver en esa percepción, de un aire sobrehumano, desesperado, sincero. Muy posiblemente esa idea ya pulsaba en esas grabaciones, muy probablemente esas frases que inician la letra de Passover:
This is a crisis I knew had to come,Destroying the balance I'd kept.
Doubting, unsettling and turning around,
Wondering what will come next
nos advertían de algo, nos indicaban que podía ser que las cosas fallaran o no estaban claras. Curtis ignoraba, seguro, el mito que se generaría en torno a su grupo y su persona. Ignoraría que al spin off que fue New Order, prodigio creativo y generador de futuros movimientos, siempre se le tuvo algo en cuenta esa condición de proyecto huérfano aunque fuera de forma residual e injusta.
Luego seguirían prodigios rítmicos donde el bajo de Stephen Hook tomaba las riendas del sonido: Heart and soul o Twenty Four Hours son obvias piedras fundacionales no solo del disco sino de las hordas de imitadores que han perseguido la provocación de esa sensación casi ultramundana, de esa sensación tan "otherworldly· con la opresión abrasiva -los acelerones de Twenty four hours parecen ser el pistoletazo de salida de todo el movimiento shoegazer. Pero no es solamente eso. Por esas cuestiones, por no albergar ningún sencillo, por dar la espalda a los charts, este disco es único, y este disco merece pasar, lo ha hecho, claro, a la historia de la música.
The Eternal (menudo título) es el preludio del final del disco. Ritmo congelado, ausencia de estribillo o nada que se le parezca, aire narrativo, como de oda o de panegírico fantasmal hasta que unas notas de piano satinesco dan entrada a los estratosféricos seis minutos de Decades, cumbre del disco y una de las mejores canciones de todos los tiempos, cuestión por supuesto totalmente subjetiva, pero nombradme algún grupo que iguale la carrera sonora a la que el grupo se lanza tras el último párrafo.
Weary inside, now our heart's lost forever,
Can't replace the fear, or the thrill of the chase,
Each ritual showed up the door for our wanderings,
Open then shut, then slammed in our face.